domingo, 19 de noviembre de 2006

Esperanza Aguirre. La presidenta (Virginia Drake)

Me entero por la Crónica de El Mundo de que sale a la venta una biografía autorizada de nuestra presidenta. El libro se titula Esperanza Aguirre. La Presidenta, escrito por Virginia Drake, editorial Esfera de los libros. En el artículo cuentan bastante de su vida y algunas anécdotas, pero como me daba pereza transcribiros parte, gugueleé y he llegado a XXL Semanal, donde nos dejan a los internautas un adelanto del libro que cuenta lo mismo y trae la misma Drake. Si pinchas en este link lo tienes entero y unas fotografías muy majas. Yo os dejo unos extractos.


Espe, Aguerrida Aguirre, en Ondarreta de peque

Y la anécdota de la boda la puso el novio, encargado de llevar los anillos. Aquel día, Fernando estaba mucho más pendiente de recoger la papeleta de política económica (la última asignatura que le faltaba por aprobar y de la que se había examinado en septiembre) que de ir a la joyería a recoger las alianzas: «El mismo día de la boda se le ocurrió pasarse por la Facultad y nos casábamos ¡a la una! –recuerda aún hoy, asombrada, Esperanza–. Fernando llegó a El Escorial sin los anillos, claro, porque se le olvidaron totalmente. Así que yo me tuve que casar con el anillo de mi tía Casilda y Fernando, con el de un amigo suyo».



Al día siguiente, Esperanza y Fernando se fueron de viaje en un Seat 127 que, por entonces, tenía el novio. Salieron de Madrid y llegaron a París, donde dejaron el coche y cogieron un avión a Londres: «Ya en Londres –recuerda Esperanza– aprovechamos para hacer algunas compras, porque la maleta del novio, para pasar un mes, llevaba sólo una corbata, un calzoncillo, dos pantalones y un par de camisas. No había metido de nada, parecía más para un fin de semana que para un viaje de novios».



De Londres regresaron a París y, de nuevo, al 127. Un par de días de coche y llegaron a Bucarest, donde vivía Beatriz Ramírez de Haro, hermana mayor de Fernando, que estaba casada con un diplomático destinado en la capital rumana: «Es precisamente en Bucarest donde nace mi ferviente aversión al comunismo. Estaba en plena vigencia el ‘telón de acero’ y pude comprobar que aquello era exactamente lo contrario a la sociedad igualitaria que pretendían hacernos creer. Los Mercedes negros de la gente del Partido iban por las calles apartando a todos los demás coches para circular por los carriles privilegiados y había barrios lujosos dentro de la ciudad donde sólo se permitía el paso de aquellos Mercedes negros. La gente de la calle vivía atemorizada… ¡Un horror! En Bucarest pude comprobar cómo era el comunismo real en un país que se suponía que, bajo Ceaucescu, era lo más liberal de aquel tipo de regímenes».

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