domingo, 9 de septiembre de 2007

El "bluf" gastronómico de Chueca

9 de septiembre de 2007
Por Aquiles

Humo. Así es como podría definir, por lo que he podido ver desde hace unos meses, la fama culinaria de Chueca.


En los últimos años (sobre todo los últimos 3 o 4) se ha producido en el barrio de Chueca una explosión del sector de la hostelería y la restauración (además de los locales de ocio nocturno) que han convertido a esta céntrica zona de Madrid, años ha inhóspita y peligrosa, en una floreciente zona comercial y de ocio. A los tradicionales restaurantes con solera en la zona se fueron sumando nuevos locales y no pasaba un mes sin que se produjera una nueva apertura. Parecía que esta revolución hostelera no tenía fin, y el precio del alquiler de los bajos en Chueca se disparó. Todavía se puede ver alguno nuevo que abre tímidamente sus puertas.

Pero como toda burbuja, la situación estaba condenada a estallar. La proliferación de locales donde la magnificiencia del diseño era inversamente proporcional a la calidad (y cantidad) de la comida que se proporcionaba, y directamente proporcional al precio, ha hecho fracasar a muchos de estos negocios. Y es que el glamour no llena estómagos. A los clientes los puedes engañar una vez, dos a lo sumo, pero no tres.

Por ello muchos de ellos han empezado a echar el cierre. Es triste comprobar cómo el barrio va perdiendo poco a poco la luz de la que disfrutaba hace tan solo un año. Pero es lo que ocurre cuando el diseño prevalece sobre la calidad gastronómica, cuando cualquiera se cree que puede ser un buen chef, o cuando se aplica inconscientemente un precio desorbitado a los platos para que el snobismo le dote de una supuesta calidad y sabor que no tienen.

Bazaar
Yo soy un asiduo de los restaurantes de la zona. Una cena en un restaurante acogedor, regada con un buen vino y rodeado de la mejor compañía, es algo de lo que me declaro un ferviente forofo. Pero en los últimos tiempos, la cosa está cambiando.

Echo de menos el Magdalá o La Coqueta, de la calle Libertad. Han sido sustituidos por otros que a mi juicio no les alcanzan. Además, la proliferación de restaurantes italianos (excesiva para mi gusto) está enterrando otras ofertas mucho más atractivas para el madrileño, como puede ser nuestra tan rica y nutritiva dieta mediterránea. Por ejemplo, el restaurante Madrilia (Clavel, 6) murió para mí cuando pasó de ser una muy buena arrocería, a un simple restaurante italiano en el que además últimamente la comida deja bastante que desear, y la relación calidad precio no es para nada acertada.

Y entre el nacimiento y la defunción acelerada de locales que creen que el cliente disfrutará simplemente por el hecho de degustar la comida en el barrio más glamouroso de Madrid (la calle san Marcos ha sido testigo de muchas de estas defunciones aceleradas), sobreviven los de la vieja escuela, que han aprendido que calidad, precio, y servicio no están reñidos con el buen gourmet. Es el caso del modesto pero entrañable El Armario (San Bartolomé, 7), del prestigioso Bazaar (Libertad, 21), o del elegante Divina la Cocina (Colmenares, 13).

Divina la Cocina
Y lo considero una lástima. Chueca tiene el nombre, y sólo necesita que jóvenes empresarios hábiles se aprovechen del mismo, con una oferta gastronómica de calidad y de precio razonable, con jefes de cocina que hagan las delicias de los clientes, y con un servicio que te haga volver. Sinceramente espero que el mensaje cale antes de que la fama se pierda.

Pero el cliente no es tonto, y es que no sólo de diseño se alimenta el hombre (y la mujer).


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