viernes, 11 de diciembre de 2009

La estrategia del avestruz

Ayer por la mañana tuve que salir de Madrid y a las tres de la tarde, cuando volvía por la Autovía de Valencia, pude observar esa bonita boina que corona nuestra capital tan a menudo.



No es nada nuevo ni mucho menos pero me hice una reflexión: qué bien se vive sin salir de la ciudad para no tener que verla desde lejos y reconocer que vivo entre una nube de mierda respirable. Perdón por el término "mierda" pero es que no encuentro otro menos gráfico y los eufemismos casan muy mal con los temas que afectan directamente a nuestra salud.

Coincidiendo con esta reflexión hoy me he desayunado con una noticia de El País en la que se dicen lindezas como ésta:

"El informe de la fiscalía, con los datos actualizados hasta el mes de octubre, desvela una coincidencia de los días con mayor concentración de partículas en suspensión (se superaron los límites 90 días) y dióxido de nitrógeno (99 días), "lo cual muestra su estrecha relación con las emisiones por tráfico rodado". El fiscal considera que buena parte de la polución responde al denso tráfico de la ciudad. Además, tras incorporar los datos de la polución hasta octubre, se puede concluir que uno de cada cuatro días del año se han superado los niveles máximos permitidos de partículas en suspensión o dióxido de nitrógeno. Por eso, el fiscal subraya: "El nivel de exposición a los contaminantes es un fenómeno sostenido y prolongado".

Ante una situación tan prolongada en el tiempo y asumida por la ciudadanía como una "característica" más de la vida en una gran ciudad, me surgen un par de preguntas:

¿Será verdad que no queda otro remedio que conformarse y vivir entre esta boina? ¿No estaremos, como en mi propio caso, recurriendo a la estrategia del avestruz para no ver lo que nos rodea?

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