Páginas

martes, 14 de marzo de 2006

Juventud, divino tesoro

Cuando esta mañana he abierto el blog me he quedado sorprendida. Una horda de asnos habia tomado por asalto esta página, rebuznando insultos a troche y moche. Insultos sin pizca de ingenio, insultos plagados de faltas ortográficas, insultos que lo único que han hecho ha sido retratar a sus autores.

¿El motivo? Un artículo que Aalto escribió sobre la preparación de un macrobotellón en todas las ciudades españolas este fin de semana. Ante la constatación de que a algunos no les parezca buena idea un concurso tan divertido como el de constatar en cuál de las ciudades de España hay más jovenes tirados, los borriquitos interneteros decidieron movilizarse. Parece que estos pobres animalitos, sin valores ni referentes de ningún tipo se han sentido muy ofendidos.

¿Y cómo no? Sólo a una panda de carcas y enfermos como nosotros se nos podría ocurrir no cantar las excelencias del coma etílico organizado y masivo. Es evidente que el problema es nuestro. ¿Es que nunca hemos sido jovenes? Obviamente la respuesta es no. Nosotros debimos nacer y pasar directamente al estado adulto y de ahi nuestra amargura y carácter represaliador.

Pues va a ser que no. Aunque a los asnitos os resulte imposible de creer, los que aquí escribimos, y no escupimos, también hemos sido jóvenes. Incluso adolescentes. Y cómo no hace tantísimos años aún lo recordamos y yo, incluso me voy a atrever a contarlo.

Hubo una vez en que tuve 15 años, y 18, y 21 y 24. Y todos mis años fueron absolutamente geniales. Hubo un tiempo en que no tenía 16 años y nos pintabamos como cromos, en un baño público, para entrar en Oh! Madrid y en Four Roses. Hubo un tiempo en que aprendíamos a fumar en comandita, porque tener un cigarrillo en la mano nos hacía muy importantes. Años después sigo con el cigarrillo en la mano, pero ya no me hace sentir importante. Hubo risas, todas las del mundo. Hubo amigas, mis amigas del colegio, que aún hoy lo siguen siendo. Casi como hermanas de tanto que hemos compartido. Blanca, Angela, Rocío. Hubo años de odiar el uniforme, con lo monas que estábamos!!!!, de desesperar a monjas y profesoras. De expulsiones a casa de un par de días. Vacaciones!!! Hubo copas, y alguna que otra bronca en casa. Fiestas, hamburguesas, chocolate, lloreras colectivas, conciertos, partidas de risk hasta las tantas. Hubo música, desde U2 a Eros pasando por Pingüino.

Hubo veranos maravillosos de playa, de bocata de calamares en el Puerto, de conversaciones en el coche hasta las 10 de la mañana con Luis, con Agus, con Elena mirando al mar y fumando Ducados porque el tabaco rubio se había acabado y no quedaba nada abierto. Y de bailar, y de ligar, y de encantarme fulano y al día siguiente no poder verle delante. Aquello de que los chicos te parecieran maravillosos hasta el momento en el que tú les parecías maravillosa a ellos. Entonces lo que eran eran pesados, a mas no poder.

Y luego llegó la Universidad, y siguió siendo genial. Y el Morocco, y El Sol y fumarte algún porrito que tampoco estaba tan mal. Las pellas, muchas pellas y el mus en la cafetería.Y febrero, y junio con sus exámenes. Y aprobar!!!! Y más veranos estupendos. Irte a París con las amigas, o a Sierra Nevada, o a dónde fuera.

Y así me hice mayor, aunque no tanto. Y puedo acordarme de los años pasados y reírme porque fueron estupendos. Pero fueron estupendos porque teníamos un soporte fuerte detrás. Tuve una familia a la que siempre le importé. Unos padres maravillosos, lo mejores abuelos del mundo, 4 hermanos con los que pelear y compartir, 2 tíos que fueron como padres, primos, amigos de los buenos. Tuve una educación en unos valores firmes. Tuve y tengo un Dios al que sabía que le importaba. Tuve educación. Tuve libros y conversaciones apasionantes en casa, alrededor de la mesa. Aprendí desde pequeña lo que es la responsabilidad, el compromiso con los demás. Aprendí a ser consecuente. Y mis padres supieron darnos libertad, dentro de un orden. Y estar siempre ahí y poder hablar con ellos de cualquier cosa, aunque hubiera cosas que ni muerta les contaras. Y tener la casa abierta a los amigos y saber así con quién andan tus hijos.

Es evidente que mi juventud en nada se parece a la de los animalitos que han entrado hoy aquí. Pobres niñatos de vidas vacías. Lo único que les mueve es el botellón porque no dan para más. Hijos de unos padres sin tiempo ni ganas. Chavales que se creen el ombligo del mundo, pero es que su mundo es ínfimo. Se creen que lo saben todo y no entienden ni las cosas más elementales. Son muy maduros para comprarse condones, o para quedarse embarazadas y solucianarlo en una clínica y sin embargo son incapaces de responsabilizarse del más nimio de sus actos. Y es que en casa esos padres, a los que sus hijos no les interesan lo más mínimo siempre tendrán a mano el tan socorrido "Son cosas de críos" aunque los "críos" tengan 22 años. Con esa frase justificarán el coma etílico del viernes, el bombo de la niña o que la policía les comunique que su angelito ha quemado un contenedor o ha dado una paliza a otro chaval. Y volverán a cerrar los ojos, y a comprarles unas zapatillas de 200 euros que ellos jamás podrán permitirse cuando lleguen a adultos, porque el fracaso escolar está asegurado. Y el vital, que es lo más triste. Y sus animalitos continuarán pasando sms con el móvil, insultando a quién se les ponga por delante, que eso del respeto no va con ellos.

Estos niños no debieron ver Pinocho cuando erean pequeños. Se me viene ahora a la cabeza la imagen de la isla de los juegos. Ese momento en que los niños dejan de ser niños para convertirse en asnos. Sus actos consiguen deshumanizarles. Y es que todo en esta vida pasa factura.

Afortunadamente no todo es así. También existe una juventud con más intereses que el botellón. Jóvenes con valores y responsabilidad que no son bichos raror y disfutan como los que más. La educación es sin duda la piedra angular de todo esto. Hoy ya soy mamá y espero dar a mis hijos la formación necesaria para que jamás lleguen a parecerse a estos animalitos.

Juventud, divino tesoro. Pues a la vista está que no siempre.

No hay comentarios :

Publicar un comentario