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viernes, 24 de octubre de 2008

Rembrandt asombra a los visitantes del Prado


De entre los grandes maestros de la pintura europea, Rembrandt (Leiden, 1606-Amsterdam, 1669) es uno de los menos representados en las colecciones españolas, incluidas las del Museo del Prado, que cuenta sólo con un cuadro, 'Artemisa' (1634), retrato de la hija de Asdrúbal, una mujer que prefirió beber veneno antes de entregarse a los romanos. Esta carestía de obras del genio holandés es lo que ha decidido a la pinacoteca a organizar la exposición 'Rembrandt. Pintor de historias', que se presenta como uno de los platos fuertes de la temporada.

Compuesta por 35 pinturas y cinco estampas procedentes de veinte lugares distintos de Europa y Estados Unidos, la muestra se centra en la faceta de Rembrandt como contador de historias, de ahí la proliferación de telas religiosas mitológicas. "Aunque fue también un gran pintor de retratos y paisajes, sus temas históricos explican con especial claridad la deuda que tuvo con el Renacimiento y, a la vez, la manera en que reaccionó ante la tradición para crear una obra originalísima, de una gran fuerza expresiva", dijo el comisario, Alejandro Vergara.

Ubicada en las salas A y B del nuevo edificio de Rafael Moneo y patrocinada por el BBVA se mantendrá hasta el 6 de enero. La exposición se ordena de forma cronológica. Comienza con los óleos de juventud, con un Rembrandt de mirada burlona y jocosa, y prosigue con un artista de emociones contenidas que domina a la perfección la técnica del claroscuro. "En su época de madurez desprecia el gesto; lo que busca es la energía mental de sus personajes".

Esta exposición temporal está siendo sin duda la sesación del otoño en el Museo del Prado y está llegando a la altura, tanto en número de visitantes como en calidad de las obras a anteriores exposiones monográficas como las de Tiziano, Velázquez, Goya o Vermeer.

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