El pasado domingo tuve la oportunidad de asistir a la representación del Ballet Real de Suecia en los Teatros del Canal. Me habían hablado muy bien de este espectáculo, y desde luego no habían exagerado, merece la pena ver a uno de los ballets más antiguos del mundo, junto a los ballets de Paris, Copenhague y San Petersburgo, con más de 200 años de historia. Lo único que siento es que solo han estado tres días en Madrid, y mucha gente se habrá quedado con las ganas de verlos (todavía podrán disfrutar de ellos en los escenarios de Gijón, Pamplona, San Sebastián y Valladolid, en su gira por España).
El programa doble presentado, Rattika de Mats Ek y Le Tableau Perdu de Christian Spuck, se basa en la música de dos grandes genios: J. Brahms y F. Mendelson.
El coreógrafo y bailarín Mats Ek (Suecia, 1945), es todo un mito de la danza europea, quedó subyugado por la interpretación del concierto de violín de Brahms de Anne Sophie Mutter, “una música poderosa y positiva sin ser romántica”, en sus palabras. Inmediatamente convirtió la melodía en fuente de inspiración para su composición Rattika. Una interpretación coreográfica de la música de carácter vanguardista dónde “no hay personajes, ni se cuenta una historia épica”.
Para Spuck, compartir programa con una “leyenda viva es una fuente de inspiración”. Fruto de esta sintonía nace la pieza Le Tableau Perdu. Aquí la protagonista es la Sinfonía nº 4 Italiana, del gran compositor del romanticismo germano Felix Mendelssohn. Una música bella e intensa para crear “una ilusión de ballet clásico, utilizando tutús de tul y zapatillas de punta a modo de cita. Aunque a veces las líneas puras del siglo dieciocho se desmoronan”, según aclara el alemán.
Spuck “encontró a las musas” observando pinturas francesas del Rococó francés como las de Antoine Watteau, dónde se pueden contemplar a familias acomodadas que posan como maniquíes con paisajes de fondo. Atraído por esta superficialidad, el coreógrafo ha plasmado estas poses en su ballet.
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