Los que se quedan, se quedan a solas con agosto, en una ciudad hundida en el soponcio veraniego en la que la actividad se mantiene, sobre todo, gracias a la determinación de los turistas por moverse y disfrutar del lugar por el que han pagado. La cifra de visitantes del mes de agosto de 2009 muestra la fuerza de este vecindario provisional: unos 390.000 turistas gozarán de la ciudad que padecen sus habitantes.
Pero Madrid, igual que este mes aprieta con sus temperaturas y su deje desértico, ofrece algún resquicio para intentar superar la canícula, con menos colas y más espacio. No se trata de una variedad enorme de actividades, porque es innegable que todo afloja en la ciudad este mes, pero al menos puede servir para tener cada semana un motivo para no quedarse inmóvil debajo del aparato de aire acondicionado o quitándole la chapa al botellín de cerveza.