jueves, 13 de mayo de 2010

Pregón de Rafael con motivo de las Fiestas San Isidro 2010


Yo llegué a Madrid siendo un niño de unos nueve meses en brazos de mi madre. Veníamos todos, con mis padres y mis hermanos, de Linares, de Jaén, donde nací. De mi Andalucía. Y Madrid se convirtió en mi casa y con el tiempo en mi cuartel general. De aquí poco a poco fui saliendo hacia todos los rincones: primero de mi calle, luego de mi barrio, de la región, del país y del mundo. Y aquí he regresado siempre. Siempre a Madrid. Y siempre o casi siempre rondando la Gran Vía, esa legendaria calle que cumple cien años de vida cuando yo estoy cumpliendo mis primeros cincuenta sobre el escenario.

El teatro Lope de Vega, el Avenida, el Gran Vía y sobre todo el Palacio de la Música, ese maravilloso lugar de grandísimos éxitos que para siempre formará parte de mi particular memoria. No puedo decir que haya tenido mucha suerte de pasear por la Gran Vía pero sí puedo afirmar rotundamente que he cantado en todos sus teatros muchas veces.

Y puedo también asegurar que por mucho que haya disfrutado de actuar en míticos teatros de las más grandes ciudades del mundo, no hay nada para un artista como que la gente le aplauda en su propia ciudad. Es fantástico cantar en el Carnegie Hall de Nueva York o en el Auditorio Nacional de México o en el Teatro de la Ópera de Moscú o en el Teatro de la Ópera de Sydney en Australia pero el calor del público de aquí no es comparable a nada.

Y volvemos a lo mismo. Madrid no es donde nací, pero es mi ciudad. Por distintas circunstancias de la vida he vivido en México, en Estados Unidos, pero Madrid sin duda es mi casa y no la cambiaría por nada.

Hace unos días me han dicho que me van a hacer hijo adoptivo de Sevilla. Andalucía me tira mucho, muchísimo y no puedo deciros la alegría que ese nombramiento supone para mí. Creo que después de eso y de esto, de este pregón, ya sólo me queda portar la bandera olímpica de Madrid en el dos mil lo que sea para ser absolutamente feliz.

Alcalde, sé que ese día llegará y aunque no me dejes que yo lleve esa bandera, déjame al menos que cante el himno o, si no, que pueda dar un concierto en la Gran Vía cuando la calle cumpla 150 años que yo estaré cumpliendo cien de profesión. Eso sí, no sé si estaré en plenas facultades. Porque tendré unos 117 más o menos y puede ser que sólo pueda cantar tres canciones y sentado. Pero te aseguró que me entregaré cien por cien como siempre para que el concierto sea inolvidable.

Queridos madrileños, queridas madrileñas, queridas personas de todo este país y de todo el mundo que vivís aquí y que, como yo, habéis hecho de Madrid vuestra ciudad, que lo siga siendo. Gracias por ser de aquí, gracias por estar aquí, gracias por vivir aquí. Con todos vosotros y por todos vosotros esta ciudad es muy grande. Y no lo olvidéis: no os vayáis nunca, nunca.

Y volviendo al origen de la palabra pregonero. Voy a terminar como lo haría un pregonero de verdad.

De parte del señor alcalde, se hace saber que ojalá sea hoy la victoria del Atlético de Madrid, allá en Hamburgo. Y que paséis unas fiestas de San Isidro maravillosas. Lo dicho amigos, amigas, ¡feliz San isidro!.

No hay comentarios :

Publicar un comentario