
El popular parque del Buen Retiro, joya del patrimonio artístico-natural de la ciudad y testigo de la historia monárquica,
es un emblema de Madrid que constituye una visita obligada para los turistas.
Para el descanso de reyes
Las primeras noticias que se tienen del parque datan de la
época de los Reyes Católicos, fundadores del Monasterio de los Jerónimos, cerca del cual había unos aposentos reales conocidos como "el Cuarto". Es durante el reinado de Felipe II cuando se concreta el uso de esta zona como lugar de retiro y recogimiento religioso, de ahí su nombre.
En época de
Felipe IV se decide que el antiguo cuarto se convierta en un Palacio para albergar fiestas, representaciones teatrales, corridas de toros, etc. De grandes dimensiones, pero con un aspecto tan poco artístico que recordaba a los cuarteles militares, los diferentes monarcas fueron cambiando y reformando el palacio del que sólo se conserva el Casón del Buen Retiro, hoy perteneciente al Museo del Prado, y que en la época era el majestuoso salón de baile.
Cuando el Alcázar se convierte en cenizas, Felipe V fijará en este palacio la sede oficial de la Corte hasta que se construya el Palacio Real.
Carlos III, impulsor de la remodelación de toda la zona, ideó cerrar el espacio con verjas y permitió a los madrileños que accediesen al parque, previas normas de higiene e indumentaria mínimas.