Patricia Peiró para elpais.com
Que Microsoft nació en un garaje es algo que ya se ha contado cientos de veces, pero da idea del modelo que Bill Gates, uno de sus fundadores, entendía que era el mejor para que una empresa funcionara: aquel en el que todos estén juntitos, y no dispersos en 20.000 oficinas. Tal vez el muchimillonario también recordó sus tiempos de universitario en Harvard, el campus que dio imagen a todos los demás, a la hora de idear la sede de Microsoft en 1986, a apenas 26 kilómetros de aquel garaje en Seattle. Un faraónico parque empresarial o una ciudad en miniatura, como se prefiera, que se rige bajo el concepto de una sola empresa, un solo espacio. El modelo se exportó, como la pólvora recorrió el mundo, y también llegó a Madrid, que ya cuenta con varios gigantes y que contará dentro de nada, en 2015, con uno más, el de la entidad bancaria BBVA, ubicado en Las Tablas. El garaje de la costa oeste se multiplica hasta el infinito.
Que Microsoft nació en un garaje es algo que ya se ha contado cientos de veces, pero da idea del modelo que Bill Gates, uno de sus fundadores, entendía que era el mejor para que una empresa funcionara: aquel en el que todos estén juntitos, y no dispersos en 20.000 oficinas. Tal vez el muchimillonario también recordó sus tiempos de universitario en Harvard, el campus que dio imagen a todos los demás, a la hora de idear la sede de Microsoft en 1986, a apenas 26 kilómetros de aquel garaje en Seattle. Un faraónico parque empresarial o una ciudad en miniatura, como se prefiera, que se rige bajo el concepto de una sola empresa, un solo espacio. El modelo se exportó, como la pólvora recorrió el mundo, y también llegó a Madrid, que ya cuenta con varios gigantes y que contará dentro de nada, en 2015, con uno más, el de la entidad bancaria BBVA, ubicado en Las Tablas. El garaje de la costa oeste se multiplica hasta el infinito.
Casi 252.000 metros cuadrados que se extenderán en forma de manto al norte de Madrid sobre los que ondeará una vela, la del edificio principal de 19 plantas y 93 metros de altura, bautizado así por los propios empleados por su forma ovalada. Será una pequeña ciudad blanca con vegetación y acequias en la que los siete edificios principales tendrán nombre de continente y las calles, de mares y océanos y que tendrá capacidad para 6.000 trabajadores. Unas 2.000 personas trabajan cada día para levantar este microcosmos que en verano empezará a recibir a sus primeros habitantes, 1.500 empleados de la entidad que abandonarán sus escritorios en el centro de Madrid y se trasladarán a unas estancias que cambian las paredes por cristaleras, y los cubículos por espacios diáfanos. Incluidos los jefes, que deberán decir adiós a sus despachos.