sábado, 23 de agosto de 2014

Urge la rehabilitación de la Ermita de San Blas del siglo XVII en Hortaleza

Ray Sánchez para elmundo.es

Rodeada de enormes edificios de viviendas y compartiendo manzana con una gasolinera, existe en el distrito de Hortaleza, al noreste de la capital, una reliquia del pasado inusual en los barrios levantados tras el desarrollismo de los sesenta. Con su humilde fachada de ladrillo, parcheada con cemento y culminada con una espadaña con dos campanas, la Ermita de San Blas parece fuera de contexto, como trasladada desde una aldea a la capital (mapa). En realidad, esa es su historia.

Urge la rehabilitación de la Ermita de San Blas del siglo XVII en Hortaleza
Aunque sus piedras nunca se movieron de lugar. Levantada hace más de 300 años, la ermita fue iglesia del antiguo municipio de Canillas. Tras resistir a guerras y sobrevivir a la piqueta, hoy es el único vestigio de un pueblo borrado del mapa por la expansión de Madrid.

«Casi todos los municipios que fueron anexionados en la década de los cincuenta cuentan con iglesias parecidas a la Ermita de San Blas, como Canillejas, Alameda de Osuna, Fuencarral, Villaverde, Hortaleza, los Carabancheles y Vallecas. La mayoría son de mayor tamaño que esta, pero pocas tienen tanta antigüedad». Ricardo Márquez es especialista en la historia de extrarradio madrileño, y rescata los secretos de la periferia en su blog Historias Matritenses.

«La ermita es el edificio más antiguo del distrito de Hortaleza», revela el investigador. «La que vemos hoy fue levantada en 1698. Arquitectónicamente es poco importante, pero tiene elementos como una pila bautismal del año 1426», asegura.

«La primera impresión que da es de humedad y abandono. Hay escombros, posiblemente de alguna reparación, esparcidos en el interior. Sentí pena. Los escalones de granito que hacen una escalera de caracol están medio ocultos por la tierra, y unos simples palos en posición vertical sustentan el suelo del altar».

Lo que se encontró el historiador podría ser el escenario de un relato de terror. Un agujero situado bajo el muro del ábside, a ras de suelo y apenas protegido del exterior por unas tablas, es la precaria entrada a la cripta. Para bajar se requiere la habilidad de un contorsionista: hay que posar los pies en las maderas de una vieja escalera de mano y descender de espaldas a la oscura bóveda, donde la linterna descubre siete nichos centenarios, tres de ellos para niños, donde los restos de huesos se mezclan con escombros.

Urge la rehabilitación de la Ermita de San Blas del siglo XVII en Hortaleza
Los ladrillos de la gruta se deshacen sólo con tocarlos. De hecho, parte de la pared ha desaparecido, y por el hueco asoma la tierra en la que se asienta la iglesia. Sobre la antigua escalera de granito que bajaba desde el altar, unos palos apuntalan el suelo sosteniendo travesaños carcomidos, a punto de quebrar. Justo en el subsuelo donde se oficia misa a diario.

«Si eso aguanta es porque lo quiere Dios», dice resignado don Basilio, el sacerdote, en su despacho de la nueva iglesia construida en 2003 al otro lado de la calle de la ermita, que se había quedado pequeña y vieja para sus feligreses. El Arzobispado de Madrid invirtió entonces 213 millones de pesetas para levantar un moderno templo.

«Estoy cansado de buscar caminos para que la arreglen». El párroco señala a la dirección de Patrimonio de la Comunidad de Madrid como la responsable de estado de la cripta. Sin embargo, desde la Consejería de Empleo, Turismo y Cultura niegan haber recibido ninguna alerta. «La Iglesia católica es la principal titular del patrimonio histórico en la región».

«Por eso cada año la consejería estudia las propuestas que la provincia eclesiástica hace con las iglesias que quiere restaurar», explica un portavoz del Gobierno regional. «No consta que esta cripta estuviera entre las propuestas de la provincia eclesiástica, por lo que no está prevista su restauración inmediata. A pesar de ello, la consejería ha realizado de oficio una serie de estudios sobre su estado actual».

Mientras tanto, el riesgo de derrumbe es real. Aunque los feligreses ni lo intuyan. El interior de la Ermita de San Blas reluce limpio y conservado, gracias al trabajo voluntario de los parroquianos. Sin embargo, un detalle revela el peligro oculto bajo el suelo: las baldosas del altar están hundidas.

«El peligro es que la cripta está debajo, y si se viene abajo dejaría una gran hoyo junto a los muros principales de carga», advierte el historiador Ricardo Márquez, que deja un recado a la administración: «El Ayuntamiento y la Comunidad deberían velar por el buen estado de este tipo de edificios». De momento, sólo queda rezar.

1 comentario :

  1. Porque es un parque que se encuentra a una distancia lejana a muchas zonas del retiro y mas todavia si tienes que sumar la distancia del retiro a tu casa( el retiro es muy grande ). Aparte de eso, que no es una cosa para tomarse a poco teniendo en cuenta que el perro necesita correr libremente al menos una vez al dia; los bebederos que se encuentran lo utilizan las palomas como bañera y otras cosas poco saludables para el perro. Esas son las principales razones, otra es que al dueño tambien le apetezca caminar con su animal suelto y en tranquilidad, disfrutando del retiro.

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