Fue expropiado por el Ayuntamiento en 2005 para crear un equipamiento social
Daniel J. Ollero para elmundo.es
Situado en el número 32 de la calle Luna se encuentra el Palacio de la Infanta Carlota. Un edificio de estilo neoclásico del siglo XVIII diseñado por el que fuese el arquitecto de los Borbones, Juan de Villanueva.

En sus tiempos de esplendor, los frescos pompeyanos poblaban sus paredes y techos, jarrones de mármol y estatuas de leones pasantes de bronce decoraban sus amplias estancias y sus inquilinos eran destacados miembros de la familia real, como la infanta que le da nombre y el Infante don Francisco de Paula, hermano del rey Fernando VII.
Hoy, el Palacio de la Infanta Carlota sólo conserva el nombre. Su estructura de planta ha sido destruida por las obras de remodelación a las que fue sometido, ha crecido aparentemente de la nada un quinto piso sólo visible desde el patio interior, los frescos pompeyanos de principios del siglo XIX que había en su entrada han sido totalmente encalados y no hay ni rastro de los leones u otros elementos decorativos salvo por los nichos vacíos que ocupaban en sus paredes.
Situado en el número 32 de la calle Luna se encuentra el Palacio de la Infanta Carlota. Un edificio de estilo neoclásico del siglo XVIII diseñado por el que fuese el arquitecto de los Borbones, Juan de Villanueva.
En sus tiempos de esplendor, los frescos pompeyanos poblaban sus paredes y techos, jarrones de mármol y estatuas de leones pasantes de bronce decoraban sus amplias estancias y sus inquilinos eran destacados miembros de la familia real, como la infanta que le da nombre y el Infante don Francisco de Paula, hermano del rey Fernando VII.
Hoy, el Palacio de la Infanta Carlota sólo conserva el nombre. Su estructura de planta ha sido destruida por las obras de remodelación a las que fue sometido, ha crecido aparentemente de la nada un quinto piso sólo visible desde el patio interior, los frescos pompeyanos de principios del siglo XIX que había en su entrada han sido totalmente encalados y no hay ni rastro de los leones u otros elementos decorativos salvo por los nichos vacíos que ocupaban en sus paredes.