“No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios”.
Con estas palabras el Santo Padre ha invitado a los jóvenes asistentes a la misa final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a que hagan partícipes a sus coetáneos de la fe que profesan.
El Papa ha dejado Madrid y vuela ya rumbo a Roma. Durante estos días en nuestra ciudad ha podido comprobar el cariño y el calor con el que le han acompañado los jóvenes de cientos de países de todo el Mundo. Unos jóvenes que han visto como Madrid, una ciudad cosmopolita y moderna les acogía con los brazos abiertos.
El primer beneficio para la ciudad de Madrid es, sin duda ninguna, la
promoción exterior. Más de 4.000 medios de comunicación acreditados han difundido las imágenes de la JMJ y de Madrid por los cinco continentes. La imagen de Madrid en todo el mundo va a tener un retorno extraordinariamente importante. Aunque este no sea el motivo que inspira la convocatoria, es algo importante muy importante para nuestra ciudad. A falta de los datos finales, se calcula que se va a producir una aportación directa al PIB madrileño de entre 100 y 160 millones de euros que, unido a los impactos indirectos inducidos, sumará un impacto total sobre el PIB de entre 165 y 265 millones de euros.
Determinados sectores como hostelero habrán notado positivamente la visita de estos jóvenes a nuestra ciudad. Han sido más de 1.600 restaurantes de la región los que han participado con el
“menú del peregrino” en el programa que ha permitido alimentar a 400.000 jóvenes. Pero
todo el comercio de Madrid, desde las tiendas de recuerdos, al comercio de barrio, o los grandes almacenes ha visto como aumentaban considerablemente sus ventas estos días.
No todos los madrileños han recibido esta visita papal y a estos peregrinos de igual manera. El respeto por cualquier confesión religiosa es algo que no debería siquiera discutirse, sin embargo,
un pequeño número de madrileños intolerantes se han presentado agresivos y hostiles hacia una manifestación religiosa con la que no se identifican. Por suerte ese grupo, aunque muy ruidoso en la calle y en Internet, son una minoría que no representa el sentir de los madrileños.
Ha finalizado la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, y como madrileño me siento muy orgulloso de haber visto como estos jóvenes coloridos llenaban de alegría las calles de mi ciudad. Seguro que han quedado tan encantados que algún día volverán a visitarnos.
¡Hasta pronto!