Bruno García Gallo para elpais.com
Quince años han tardado el Ayuntamiento de la capital y la Universidad Autónoma de Madrid en sacar adelante el proyecto para trasladar el Museo de Artes y Tradiciones Populares desde el campus de Cantoblanco, en las afueras de la capital, al corazón del barrio de Lavapiés. Han sido 11 años para expropiar y rehabilitar la corrala de los números 3 y 5 de la calle Carlos Arniches, un proceso en el que el Gobierno local ha invertido cinco millones de euros. Y otros cuatro para que la universidad, que recibió el edificio en 2008, pusiera en marcha el museo.

“Han tardado más de lo razonable”, ha criticado esta mañana el número dos de Las Artes, Timothy Chapman, que ha asegurado sin embargo que no correspondía al Ayuntamiento controlar lo que se hiciera con un edificio (pese al coste que tuvo para las arcas municipales). “Pero la buena noticia es que está previsto inaugurarlo el próximo 11 de junio”. La concejal de Izquierda Unida Milagros Hernández Calvo, que ha llevado el asunto a la comisión municipal, ha instado al Ayuntamiento a realizar un seguimiento más puntilloso de convenios como el firmado con la universidad. Además, ha conminado a las autoridades locales a asegurarse de que, después de la inauguración, se abra de verdad el complejo cultural.
La corrala se proyectó en la década de los años 30 del siglo XVIII en cerrillo del Rastro, un montículo que había quedado sin urbanizar en la ampliación de Madrid y que servía de escombrera. A principios de la década de los noventa del siglo XX, era un edificio cochambroso en estado de ruina en el que vivían 23 familias. En 1990, el Ayuntamiento (era alcalde Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS) rechazó tirarlo abajo, como pedía su propietario, aduciendo que debía ser rehabilitado. El edificio estaba protegido por el Plan Especial del casco histórico, pero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid decretó su derribo, atendiendo así al deseo del dueño.
“Han tardado más de lo razonable”, ha criticado esta mañana el número dos de Las Artes, Timothy Chapman, que ha asegurado sin embargo que no correspondía al Ayuntamiento controlar lo que se hiciera con un edificio (pese al coste que tuvo para las arcas municipales). “Pero la buena noticia es que está previsto inaugurarlo el próximo 11 de junio”. La concejal de Izquierda Unida Milagros Hernández Calvo, que ha llevado el asunto a la comisión municipal, ha instado al Ayuntamiento a realizar un seguimiento más puntilloso de convenios como el firmado con la universidad. Además, ha conminado a las autoridades locales a asegurarse de que, después de la inauguración, se abra de verdad el complejo cultural.
La corrala se proyectó en la década de los años 30 del siglo XVIII en cerrillo del Rastro, un montículo que había quedado sin urbanizar en la ampliación de Madrid y que servía de escombrera. A principios de la década de los noventa del siglo XX, era un edificio cochambroso en estado de ruina en el que vivían 23 familias. En 1990, el Ayuntamiento (era alcalde Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS) rechazó tirarlo abajo, como pedía su propietario, aduciendo que debía ser rehabilitado. El edificio estaba protegido por el Plan Especial del casco histórico, pero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid decretó su derribo, atendiendo así al deseo del dueño.