Pero estos inventos ¿No eran cosa del ominoso pasado reciente?
Y cuando los ves limpios, dentro de lo que pudiera caber—la foto no le hace excesiva justicia pero eso es cosa del fotógrafo—y en perfecto funcionamiento, tan dignos en su eficiente ancianidad, te vuelves a preguntar:
¿No seré el auténtico paleto madrileño que sólo conoce lo que tiene más cerca y tampoco se molesta en ir dos pasos más allá dentro de su propia ciudad para conocer otras cosas, o sea, una especie de “nacionalista” de barrio?
Tal vez sólo sea una reflexión desafortunada, dado el ejemplo gráfico que la acompaña y la circunstancia que la ha provocado, pero me viene de perillas para cavilar sobre la negatividad con la que encaramos a veces las cosas nuevas, y por supuesto las viejas, que nos rodean sin pararnos a pensar que la ausencia de curiosidad y la negatividad no son las mejores actitudes para “vivir” una ciudad en constante evolución, afortunadamente.
Sin ánimo censor, que conste por escrito.
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