En el siglo XVII, momento de máxima población con casi trescientos vecinos, se construye la Iglesia de San Pedro Apóstol, de estilo barroco, sobre los restos de una antigua ermita bajomedieval (quizás mudéjar). Es todo lo que nos queda del antiguo poblado de Polvoranca, fundado en el siglo XI, incendiado y arrasado a causa de una epidemia de peste en las postrimerías del XVIII y que Pérez Galdós llega incluso a mencionar en su obra "Nazarín". "Tierra fría y llana; pobre de leña y de pan, de vino mediana, de ganado no iba mal", así reza la leyenda.
La obra es realizada por los arquitectos reales Francisco de Mora y su sobrino Juan Gómez de Mora y se construye con ladrillo toledano y madrileño. A partir del siglo XVIII (Edad Moderna), mientras en Polvoranca se mantienen estructuras feudales, en la vecina Leganés, su economía y su sociedad, se ven beneficiadas por el efecto de proximidad a la Corte de Madrid. Se construyen entonces el Cuartel de Guardas Valonas y la Iglesia del Salvador, con retablo de Churriguera. Todavía son visibles los restos de las casas señoriales que se encontraban cerca de la iglesia.
Desde el siglo XV hasta el siglo XX, las tierras de Polvoranca cambian de dueño varias veces, pero permanecen siempre en manos de la nobleza. El lugar es testigo además del paso de personajes como el poeta Fray Luis de León, quien frecuenta el lugar entre 1570 y 1590, y Don Juan de Austria (siglo XVI), hijo ilegítimo de Carlos I y hermanastro de Felipe II, a quien intenta disputar el trono en la rebelión morisca de las Alpujarras (1568-1571) .
A lo largo del siglo XIX, el lugar queda definitivamente abandonado y pasa a denominarse el “despoblado de Polvoranca”, y ya en el siglo XX, es conocido también como “La Polvoranca”. Tantos contratiempos acumulados a lo largo de siglos (pestes, éxodos, hambrunas, abandonos...) diluye la vocación de Polvoranca como pueblo y le otorga una leyenda maldita de lugar invivible.
Hoy en día, la imagen de sus ruinas constituye un símbolo del parque. Es un edificio que lleva abandonado más de treinta años, degradándose de forma progresiva sin que nadie que tenga intención de poner remedio. Una ruina que nos reprocha de forma tácita, en silencio, la desidia, la estulticia y el abandono al que sometemos nuestro legado histórico, artístico y cultural. Ciudadanos por el cambio en Leganés lleva todas las navidades advirtiendo de esta situación en este blog. A ver si con este artículo ayudamos a que los políticos les hagan caso.