Se busca financiación para su funcionamiento; lleva un año parada
El monumento que Santiago Calatrava diseñó para la ciudad de Madrid no es esa columna dorada inmóvil que entretiene la vista durante los atascos en plaza de Castilla. Lo que los madrileños han dado en llamar obelisco era una obra a caballo entre la escultura y la ingeniería que cobraba sentido cuando se ponía en funcionamiento y las casi 500 lamas de bronce que recubren su fuste empezaban a moverse empujadas por motores hidráulicos.
Cuando eso sucedía, el monumento parecía girar sobre sí mismo y cimbrear a la luz de unos potentes focos que lo iluminaban desde abajo. Pero eso ya no sucede. La primera obra de Calatrava en la capital, un regalo de Caja Madrid con ocasión del tercer centenario de la entidad, ya nunca se pone en marcha. Es demasiado caro. Un jarrón chino que ha pasado de lucir a estorbar.
Mantener la columna y tenerla en funcionamiento varios días a la semana cuesta más de 150.000 euros al año, según el concurso público que sacó el Ayuntamiento de Madrid en diciembre pasado y de cuya tramitación informa ahora la página web municipal con un lacónico “en evaluación”.