El día 11 de diciembre empezaba a funcionar la línea BusNavidad, una línea circular de autobuses para acercar a los madrileños a las actividades y la iluminación navideña. Por un euro al día (Los niños menores de 7 años viajan gratis), el autobús de la Navidad supone una alternativa al transporte privado durante las fiestas navideñas.
Esta línea comenzó con cuatro autobuses de dos pisos con nombres muy significativos: Melchor, Gaspar, Baltasar y Estrella de Belén, aunque ante la avalancha de madrileños que esperaban largas colas en las paradas,
a los pocos días el Ayuntamiento decidió aumentar hasta ocho el número de autobuses.
El BusNavidad tiene 21 paradas en los sitios más emblemáticos de la capital y pasa por Azca, Cibeles, Gran Vía, plaza de Oriente, calle Mayor y Puerta del Sol.
Estará en funcionamiento desde el 11 de diciembre, hasta el próximo 4 de enero, de 18 a 22 horas, excepto los días 24, 31 de diciembre y 1 enero
(Las paradas puedes verlas pinchando en la imagen).
La idea es estupenda, y merece un gran aplauso. Los madrileños y los numerosos turistas que estos días se acercan a la capital, pueden recorrer la Navidad madrileña de una forma cómoda y muy original.

Ayer decidí acercarme con los peques de la casa a realizar el recorrido en el BusNavidad y que así conocieran la iluminación navideña de Madrid.
Después de probar los toboganes de hielo y la pista de patinaje de AZCA, y aunque la hora de salida del primer autobús era a las 18:00, por si acaso había problemas, nos plantamos en la parada del bus a las 17:15. Suponíamos que con tres cuartos de hora sería suficiente. Ya teníamos delante unas veinte personas que a los pocos minutos se convirtieron en más de sesenta (padres "guardando el sitio" al resto de la familia).

A las 18:00 apareció un autobús de dos plantas con el nombre "estrella de Belén". En la parada ya había más de 200 personas, aunque el autobús descubierto sólo tiene plazas en la segunda planta para unas cincuenta personas, y para otras veinte en la planta baja.
Por desgracia teníamos a más de cincuenta delante, por lo que nos tocó en la planta baja, desde la que no se ve nada del exterior.
En el autobús, un actor haciendo el papel de revisor de se encarga de hacernos más agradable el viaje por la Navidad madrileña. Además de comentar los monumentos o la iluminación, contesta a las preguntas relacionadas con las actividades navideñas del Ayuntamiento, y anima a los viajeros a acompañarle cantando villancicos.
¿Se bajaría alguien de la planta de arriba para dejarnos subir?
¿Quizás en Cibeles?
¿en Sol?...
Pues no, todos querían dar la vuelta completa hasta AZCA.
Después de dos horas de recorrido, y de pasar sin parar por todas las paradas, con el consiguiente cabreo de los que estaban esperando, llegamos otra vez a AZCA, el punto de partida.
Allí seguían en la cola cientos de personas, y aunque se bajaron unos cincuenta, no cabían todos. La bronca fue impresionante. Gritos, insultos, más insultos... y todos hacia el Ayuntamiento de Madrid.
Nosotros mientras tanto, ya habíamos conseguido sitio en la parte de arriba para poder disfrutar de la iluminación. Hacía frio, pero las vistas de la noche madrileña prometían ser espectaculares.
Abajo seguían los gritos y los insultos, pero el autobús arrancó y allí se quedaron esperando al siguiente.
El recorrido, después de pasar por la plaza de República Argentina bajaba toda la calle Serrano, pasando por la animada Plaza de Colón, hasta llegar a la Puerta de Alcalá. Aquí pasamos de cantar villancicos a cantar la canción de "miralá, miralá, miralá, la Puerta de Alcalá..." el viaje estaba siendo muy divertido, y los peques (y los no tan peques) lo estaban pasando de miedo.



Sólo por ver como se iluminaba la cara de los peques, sorprendidos por las luces, la espera había merecido la pena. Algo inolvidable. Lo más triste, los miles de niños que se quedaron en las paradas sin poder disfrutar del viaje.
El viaje proseguía bajando Alcalá hasta Cibeles, y luego seguiría hacia Callao, Plaza de España, Plaza de Oriente...


Antes de bajarme, por curiosidad, pregunté a mis "compañeros de viaje" de qué parte de Madrid eran, y mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que la gran mayoría eran de pueblos de la Comunidad, o turistas de otras partes de España.



Una hora más tarde nos bajamos en la Puerta del Sol para recorrer las calles más céntricas y la Plaza Mayor. Miles y miles de madrileños y turistas que visitan la ciudad habían pensado lo mismo que nosotros ¡qué originales somos!
En resumen, BusNavidad es una muy buena idea, digna de aplauso, pero que necesitaría no ocho, si no ochenta autobuses para poder llevarse a cabo correctamente. Hoy miles de niños madrileños, y sus padres se habrán quedado con las ganas de subir al Autobús, y estarán muy cabreados con el Ayuntamiento.
En cualquier caso, si tenéis oportunidad de hacerlo, os recomiendo que os subáis al bus. Una de las mejores opciones de la Navidad madrileña.