Bruno García Gallo para elpais.com
Los mimos profesados, con mayor o menor fortuna, por el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón (2003-2011) al centro de la ciudad (del que se esforzó por sacar el mayor número de coches posible sin incitar a la revolución de una ciudadanía que se queja de la contaminación desde detrás del volante) chocaron con su concepción de las plazas como explanadas de cemento en las que, como mucho, poner tenderetes cutres o estrafalarios. La zona más turística de la ciudad se despobló así de árboles y bancos donde tomarse un respiro o hacer vida vecinal; brotaron comisarías y terrazas de concesión municipal en aquellas socialmente degradadas (en el lado tenebroso de la Gran Vía, principalmente), y mercadillos o eventos comerciales en las más vistosas (Callao, Santo Domingo, El Carmen).

La excepción fue la puerta del Sol, que actuaba como tampón de seguridad y zona desmilitarizada entre Gallardón y la expresidenta regional Esperanza Aguirre (2003-2012), cuyo despacho se abre directamente a esa plaza. Con la excusa de que el metro corría por debajo, se borró casi cualquier resto de vegetación; para evitar que los mendigos pudieran hacer noche, se erradicaron los bancos y se colocaron rejas puntiagudas en el borde de fuentes y estatuas. Y, para evitar conflictos bizantinos como el que enfrentó a ambas Administraciones por el diseño de los quioscos de la plaza, se aparcaron nuevas reformas o lavados de imagen. Hasta ahora.
Los mimos profesados, con mayor o menor fortuna, por el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón (2003-2011) al centro de la ciudad (del que se esforzó por sacar el mayor número de coches posible sin incitar a la revolución de una ciudadanía que se queja de la contaminación desde detrás del volante) chocaron con su concepción de las plazas como explanadas de cemento en las que, como mucho, poner tenderetes cutres o estrafalarios. La zona más turística de la ciudad se despobló así de árboles y bancos donde tomarse un respiro o hacer vida vecinal; brotaron comisarías y terrazas de concesión municipal en aquellas socialmente degradadas (en el lado tenebroso de la Gran Vía, principalmente), y mercadillos o eventos comerciales en las más vistosas (Callao, Santo Domingo, El Carmen).
La excepción fue la puerta del Sol, que actuaba como tampón de seguridad y zona desmilitarizada entre Gallardón y la expresidenta regional Esperanza Aguirre (2003-2012), cuyo despacho se abre directamente a esa plaza. Con la excusa de que el metro corría por debajo, se borró casi cualquier resto de vegetación; para evitar que los mendigos pudieran hacer noche, se erradicaron los bancos y se colocaron rejas puntiagudas en el borde de fuentes y estatuas. Y, para evitar conflictos bizantinos como el que enfrentó a ambas Administraciones por el diseño de los quioscos de la plaza, se aparcaron nuevas reformas o lavados de imagen. Hasta ahora.