Álvaro de Cózar para elpais.com
El miércoles pasado, en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el gremio de los arquitectos entregó la medalla de Oro al maestro Javier Carvajal, que no pudo asistir por encontrarse ya muy mayor. Los discursos, además de ensalzar su obra, hablaban de una profesión golpeada por la crisis y se lamentaban de que en estos tiempos difíciles se prime la rentabilidad por encima de la arquitectura. Luego en los corrillos, copa en mano, algunos profesionales hablaban del tema que más les preocupa ahora: la operación de Canalejas, que pretende construir un hotel de lujo en unos edificios protegidos hasta hace poco. “Es una aberración”, “un pelotazo”, “no hay nada que hacer, es una batalla perdida”, decían algunos arquitectos.

Hablamos de principios arquitectónicos y dinero. Y de cómo en tiempos difíciles no parece haber mucha voluntad por meter los dos conceptos en la misma frase.
La historia es la siguiente y afecta fundamentalmente a dos edificios: la sede del Banco Central Hispano (Canalejas, 1) y el edificio La Equitativa (Alcalá 14), dos de los más emblemáticos del centro de Madrid, ambos propiedad del Banco Santander. El primero fue declarado en 1999 Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección que puede otorgarse a un inmueble. El segundo estaba en trámites de conseguir el mismo título, lo que en la práctica ya le otorgaba esa protección.
El miércoles pasado, en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el gremio de los arquitectos entregó la medalla de Oro al maestro Javier Carvajal, que no pudo asistir por encontrarse ya muy mayor. Los discursos, además de ensalzar su obra, hablaban de una profesión golpeada por la crisis y se lamentaban de que en estos tiempos difíciles se prime la rentabilidad por encima de la arquitectura. Luego en los corrillos, copa en mano, algunos profesionales hablaban del tema que más les preocupa ahora: la operación de Canalejas, que pretende construir un hotel de lujo en unos edificios protegidos hasta hace poco. “Es una aberración”, “un pelotazo”, “no hay nada que hacer, es una batalla perdida”, decían algunos arquitectos.
Hablamos de principios arquitectónicos y dinero. Y de cómo en tiempos difíciles no parece haber mucha voluntad por meter los dos conceptos en la misma frase.
La historia es la siguiente y afecta fundamentalmente a dos edificios: la sede del Banco Central Hispano (Canalejas, 1) y el edificio La Equitativa (Alcalá 14), dos de los más emblemáticos del centro de Madrid, ambos propiedad del Banco Santander. El primero fue declarado en 1999 Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección que puede otorgarse a un inmueble. El segundo estaba en trámites de conseguir el mismo título, lo que en la práctica ya le otorgaba esa protección.