Bruno García Gallo para elpais.com
La Gran Vía ha pasado en apenas una década de estrenar películas a estrenar ropa. Desde que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado entonces por Alberto Ruiz-Gallardón, permitió convertir las salas en comercios, la avenida ha perdido 10 de sus 13 cines. Entre ellos, el Palacio de la Música, escenario histórico de grandes estrenos, que esquivó por los pelos y durante unos años su destino como tienda de ropa, pero finalmente ha sucumbido. Su propietario, la fundación Caja Madrid, lo ha puesto a la venta, pero necesita el visto bueno del Gobierno municipal y de la Comunidad (ambos, en manos del Partido Popular) para cambiar su uso cultural y posibilitar su transformación urbanística. No encontrará excesivos obstáculos, según ha avanzado esta mañana el delegado municipal de Las Artes, Fernando Villalonga.
A instancias de los empresarios del cine, que consideraban su negocio ruinoso, Gallardón aprobó en marzo de 2004 una modificación del Plan General de Ordenación Urbana de 1997 que levantó el blindaje cultural de las salas, permitiendo que se convirtieran en viviendas o comercios. En apenas un año, cerraron 11 cines de la capital. El Ayuntamiento sólo dispuso dos salvedades: la conservación de los elementos arquitectónicos que gozaran de protección, y que el nuevo uso no obligara a destruir palcos, tramoyas y escenarios. Así fueron cayendo, sucesivamente, el Azul, el Imperial, los Fuencarral, el Luna, el Aragón, el Ciudad Lineal, el España, el Cristal, los Madrid, el Tívoli, el Avenida, el Palacio de la Música…
La Gran Vía ha pasado en apenas una década de estrenar películas a estrenar ropa. Desde que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado entonces por Alberto Ruiz-Gallardón, permitió convertir las salas en comercios, la avenida ha perdido 10 de sus 13 cines. Entre ellos, el Palacio de la Música, escenario histórico de grandes estrenos, que esquivó por los pelos y durante unos años su destino como tienda de ropa, pero finalmente ha sucumbido. Su propietario, la fundación Caja Madrid, lo ha puesto a la venta, pero necesita el visto bueno del Gobierno municipal y de la Comunidad (ambos, en manos del Partido Popular) para cambiar su uso cultural y posibilitar su transformación urbanística. No encontrará excesivos obstáculos, según ha avanzado esta mañana el delegado municipal de Las Artes, Fernando Villalonga.
A instancias de los empresarios del cine, que consideraban su negocio ruinoso, Gallardón aprobó en marzo de 2004 una modificación del Plan General de Ordenación Urbana de 1997 que levantó el blindaje cultural de las salas, permitiendo que se convirtieran en viviendas o comercios. En apenas un año, cerraron 11 cines de la capital. El Ayuntamiento sólo dispuso dos salvedades: la conservación de los elementos arquitectónicos que gozaran de protección, y que el nuevo uso no obligara a destruir palcos, tramoyas y escenarios. Así fueron cayendo, sucesivamente, el Azul, el Imperial, los Fuencarral, el Luna, el Aragón, el Ciudad Lineal, el España, el Cristal, los Madrid, el Tívoli, el Avenida, el Palacio de la Música…