lunes, 9 de julio de 2007

De vacaciones, el desfiladero del Siq y el Tesoro, Petra

Como bien ha acertado Cowmilkbar, las imágenes del post anterior son del desfiladero del Siq, que da entrada a la ciudad nabatea de Petra, una de las nuevas siete maravillas del mundo.

Es un desfiladero de entre cuatro y seis metros de anchura, algo más de un kilómetro de longitud, y paredes verticales de arenisca de color rosado, amarillento y grisáceo, de más de cien metros de altura.

Aquí, en la época nabatea (siglo VI a.C.), llegaban los mercaderes con sus caravanas de camellos cargados de ricas sedas, especias y piedras preciosas. Era un punto estratégico en las rutas comerciales que conectaban Egipto y Arabia Saudí con Siria, Turquía, India y el lejano Oriente.

Durante mucho tiempo Petra ha permanecido oculta para los occidentales gracias a este desfiladero y a los beduinos del desierto jordano. Fue un explorador angosuizo el que la descubrió en 1812.



Al final de este desfiladero, cuando se hace más angosto, aparece el Tesoro, el monumento más famoso de Petra. Es una impresionante fachada, excavada en la pared de piedra rosada, de unos 40 metros de altura y 28 de ancho.

La composición arquitectónica tiene claras influencias helenísticas. La parte inferior está formada por seis columnas y coronada por un frontón triangular. En la superior, un templete circular con cubierta cónica y dos construcciones laterales siguiendo el intercolumnio inferior y rematados por un frontón. La forma del templete, acabado en una especie de urna hizo nacer la leyenda de que el edificio contenía un tesoro escondido (de ahí viene su nombre).

Su función efectiva no es conocida. Quizás fuese una tumba, un templo o un mausoleo real.



Aunque para muchos todo esto es más conocido por la película "Indiana Jones y la última cruzada" en la que Harrison Ford llegaba al Tesoro cabalgando por el desfiladero del Siq.


Dicen que le llegada al Tesoro con la luz del amanecer o del atardecer, cuando todavía se hace más rojiza la piedra, es impresionante.

Aunque tampoco debe estar mal el hacerlo por la noche, a la luz de las velas que jalonan el desfiladero. Algo para no olvidar nunca.


(Gracias, Marco Polo, por las fotos)

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