lunes, 12 de noviembre de 2007

Sobre el asesinato de Legazpi

ACTUALIZO para anotar al comienzo del post, que los tres primeros párrafos no son míos, son una cita de Eduardo Nividhia. Lo aviso porque han llevado a confusión a más de uno:

Vengo triste y cabreado. Vengo de la manifestación antifascista convocada para protestar por el cobarde asesinato de una persona, esta mañana, a manos de un neonazi. Convocaban colectivos de izquierdas. Los mismos colectivos con los que a veces me he manifestado, los mismos colectivos que he defendido cuando querían cerrar las casas okupas, los mismos colectivos que me han vendido entradas para conciertos, los mismos colectivos junto a los que he botado escuchando a Boikot y Porretas.

Esos mismos colectivos hoy han pegado a un compañero mio, y los demás nos hemos librado porque estábamos mas lejos y nos hemos ido a tiempo. Me han llamado hijo de puta, , manipulador y, lo que mas me duele, fascista y terrorista... por el simple hecho de llevar una cámara y ser periodista. Estos cabezas vacías han amenazado incluso a un fotógrafo del periódico Diagonal.

Estoy triste, porque hoy me he dado cuenta de que durante años he defendido a un colectivo que no se lo merece. Pensaba que la diferencia entre la izquierda y la derecha residía en el poder de razonar, de pensar, de dialogar. Me equivoque. Esta izquierda cada vez se parece mas a la derecha. Esa no es mi izquierda, me la han cambiado y no me he dado cuenta.


Eduardo Nividhia, convertido en Enemigo público. Ha estado en la concentración de Sol esta tarde, convocada para protestar por la muerte del joven antifascista en Legazpi cuando acudía con sus correligionarios a reventar la manifestación ultraderechista.

El problema no es la ideología, sino la violencia, arma habitual no sólo de los skin heads, sino también de red skins y movimientos anarquistas en general, antagonistas de los primeros. En medio estamos el resto de la población, de izquierdas o derechas.



Hace unas semanas vimos como otros antifascistas del movimiento okupa apaleaban a militantes del PP en Alcorcón (esos que hábilmente Plegue transformó en ultraderechistas para que todo quedara en casa) seguramente creyendo desfigurar rostros de perversos fascistas. Si no lo eran daba igual, porque en el fondo de toda ideología ultra la principal baza es convertir en enemigo a todo el que piense diferente.

En resumen, violencia entre pares extremos, de izquierda y derechas. Pero siento decirte Eduardo, que ésos de la manifestación fascista tienen mucho más en común con la izquierda en general que con el común ciudadano de derechas: Estado fuerte, impuestos altos, bienes colectivos, educación moral ejercida por el gobierno, creencia en la "clase obrera", sentimiento tribal, política anticapitalista, anti globalización y unos cuantos etcs más. Y ambos grupos se hinchan a kalimocho, unos con c y otros con k.



Conmigo posiblemente sólo comulguen en el respeto a la Iglesia -aunque ya vemos lo católico de sus acciones-, y la creencia en la nación española.

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