miércoles, 24 de octubre de 2018

Ocio y negocio: La hora del afterwork



¿Quién dijo que el ocio y el negocio estaban reñidos? Es cierto que una persona no puede pasarse las horas de la oficina haciendo lo que quiere, sobre todo si se está intentando promocionar por todos los medios conseguir un alto nivel de productividad, cada cosa, a su momento. Existe una gran variedad de bares de tapas en Madrid donde poder pararse con los compañeros y poder practicar el ya famoso afterwork, en lugares de oficinas como Manoteras, el Parque Empresarial Juan Carlos I o el propio Paseo de la Castellana.

El concepto de afterwork vino para quedarse. Llegó hace tiempo, silencioso, quizá hace diez años, de la mano de distintas marcas que decidieron sacar partido a ese impasse que existe entre salir del trabajo y marchar a casa.

Tanto se ha institucionalizado que ya muchas empresas lo han asumido como suyo y organizan algunos encuentros para que los trabajadores se relacionen entre ellos en un clima más distendido, más allá del teclear o el sonido del teléfono.


Y así como las empresas, también los bares se han transformado a esta nueva moda, encontrando un filón a unas horas en las que aún los establecimientos solían estar vacíos, calculando entre las 19h y las 20h, aún lejanas a la cena.

No es que se haya abandonado la tradicional caña, porque no se ha abandonado y se sigue consumiendo, es sólo que esta rubia ahora convive con otras bebidas, incluyendo una etapa dorada para el Aperol – un Bitter Kas a la italiana – o el Ginger Ale, bebidas que, como el gin-tonic hace unos años, están empezando a dejar de ser de nicho y a ser la bebida cada vez de más gente.

Además, ciudades grandes como Madrid, donde las distancias son más largas, suelen ser las más indicadas para pararse un rato después del trabajo y tomar algo con los compañeros. Igual en una suerte de coger víveres y fuerzas para el trayecto hasta casa, o quizá, simplemente, porque la oferta es tan buena y hay tantos bares que parece tonto no pararse en alguno de ellos.

Los bares más de afterwork se caracterizan por un ambiente juvenil y moderno, luz tenue y los hay que tienen la barra acolchada, recordando un poco las barras inglesas que, en realidad, es de donde viene el concepto de afterwork.

En Madrid una referencia que está marcando un punto de inflexión dentro del sector ocio (y negocio) son los bares del Grupo Larrumba: Habanera, Perra Chica o el nuevo Botania han creado un nuevo concepto de restauración, en un espacio confortable, con platos de diseño pero que recuperan un poco el sabor tradicional.

Una mención destacada se la debe llevar Perra Chica, en Chamberí, donde a un determinado momento de la cena, el local se transforma, las mesas se quitan y se convierte en un espacio para bailar y tomar copas.

Siguiendo la estela del Grupo Larrumba, hay algunos más como Tatel, en Paseo de la Castellana o todas las terrazas, cada vez más renovadas, del callejón de Jorge Juan o, bajando un poco, la plaza de la Independencia, con Ramsés a la cabeza.

Estas terrazas, aunque ahora sea época de más frío, la mayoría de ellas están acondicionadas con estufas para que se pueda estar cómodamente y pasar un rato agradable.

Otra opción de afterwork que está también pegando fuerte desde hace unos años es el mercado. El primero que se rehabilitó, el de San Miguel, marcó el pistoletazo de salida para todos los que vinieron después, con una propuesta moderna, arriesgada pero con una gran acogida.

El Mercado de San Miguel en la Latina, el de San Antón en Chueca o el de San Ildefonso en Tribunal, son sólo un ejemplo de algunos de los espacios frecuentados por personas que trabajan en zona centro y que quieren tomarse algo tras el trabajo.

Madrid está llena de actividades más allá del horario laboral porque es una ciudad muy activa, por lo que siempre, cerca de cualquier centro de oficinas, habrá algún bar donde tomarse una copa, meterse con el jefe / o jefa y echarse unas risas con los compañeros para destensar antes de volver a casa.

Como se comentaba al principio, algunas empresas se han apuntado un tanto y han profesionalizado el afterwork como una actividad más de la empresa. Aquí se podría entrar en un debate infinito, ya que ni es tiempo de trabajo, ni personal. En este sentido, el profesional no se encuentra totalmente libre a la hora de decidir si va o no va, generando, de alguna manera, un efecto boomerang.

Con la petición en firme de la racionalización de los horarios y la reducción de las jornadas, no se sabe en qué quedará el afterwork tal y como se conoce hoy, en cualquier caso, es importante tener un rato de ocio al salir de la oficina, da igual si con una caña de siempre o con un Aperol.

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