“Ninguna ciudad de España ha realizado un esfuerzo (de vivienda) como el acometido por Madrid”. Lo argumentó el alcalde madrileño con varios ejemplos: el número de familias que vivían en poblados chabolistas equivale a los hogares que hay en el barrio de Paloma, en Hortaleza; si todas las viviendas entregadas por la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) se hubieran construido en un solo barrio, éste tendría la misma capacidad que el de Valdefuentes, en Hortaleza; las viviendas gestionadas por el Servicio Municipal de Alquiler permitirían alojar a todos los vecinos de Prosperidad; las viviendas protegidas construidas por el Ayuntamiento, las cooperativas o el sector privado equivalen a un distrito similar al de San Blas, y si todas las actuaciones de rehabilitación se hubieran concentrado en el distrito Centro, no solo se hubieran rehabilitado todos sus hogares, sino también los que tiene un distrito como Barajas.
El presupuesto total en vivienda en los últimos ocho años alcanza los 3.086 millones de euros, equivalente al 75% del proyecto Calle-30. Ha sido una política, destacó Gallardón, sostenible medioambiental y financieramente. La EMVS, que ha cerrado su último ejercicio con superávit, ha demostrado, en opinión de Gallardón, que la vivienda social es compatible con una cuidada estética, con una alta calidad, y con soluciones respetuosas con el entorno. “Esta inversión no debemos considerarla sólo en términos sociales. Ha tenido un positivo impacto en la economía y en el empleo”.
“Estas dos Legislaturas –concluyó– serán recordadas por proyectos como Calle-30 o Madrid Río, pero también deberían serlo por las políticas de vivienda”.
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