miércoles, 27 de octubre de 2010

Problemas en la fachada de la Biblioteca Nacional

Simbólicamente, quizá no haya en la ciudad de Madrid muros más solemnes, ricos y sustanciales que los que albergan más de 30.000 manuscritos históricos, 500.000 impresos anteriores a 1831, 134.000 mapas, 6 millones de monografías modernas, cerca de 110.000 títulos de revistas y una colección de prensa estimada en 20.000 periódicos. Los de la Biblioteca Nacional Española. Abierta al público en 1896, durante la regencia de María Cristina, en el edificio inaugurado cuatro años antes como sede de las exposiciones conmemorativas del IV Centenario del Descubrimiento de América.

Problemas en la fachada de la Biblioteca Nacional
Objetivamente, las mismas paredes no dejan de ser una construcción de piedra, cemento y ladrillo en el extremo norte del paseo de Recoletos, y 118 años de historia son suficientes para hacer mella. La fachada de la histórica institución se está cayendo a trozos.

La situación es preocupante. Tanto, que los responsables de la Biblioteca decidieron hace un mes proteger a lectores y visitantes de posibles desprendimientos. Han cerrado la entrada principal del edificio, han colocado andamios de protección sobre cada una de las otras cinco puertas de acceso y el garaje, y han dispuesto una valla fija en el contorno del inmueble, para evitar que alguien se aproxime.

Vallado del perímetro


Los administradores del centro cayeron en la cuenta de que la fachada del edificio sufría un grave deterioro en octubre de 2009. Más bien, fue el problema el que cayó sobre ellos. Fue un desprendimiento de una de las piedras ornamentales que forman parte de la cornisa sur del edificio, construido por el arquitecto Francisco Jareño y culminado por Antonio Ruiz de Salces.

Problemas en la fachada de la Biblioteca Nacional "Se precipitó en una zona que, en principio, no ofrecía excesiva peligrosidad para los usuarios", asegura el responsable de comunicación. "Entonces se acordonó el lugar, se tomaron las medidas preventivas pertinentes y se informó tanto al Comité de Seguridad y Salud de la Biblioteca como al Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), del Ministerio de Cultura", añade. "Lo que pasa es que arreglar la fachada de un edificio histórico como este (declarado monumento histórico-artístico en 1983 y Bien de Interés Cultural en 1985), lleva muchísimo tiempo. Sobre todo, por los informes y permisos que son necesarios".

La Biblioteca afirma que, desde que tuvo conocimiento de aquel pequeño derrumbe, adoptó medidas con carácter de urgencia. Una empresa se encargó de realizar una inspección preventiva de la fachada y de retirar pequeñas piezas que pudieran presentar riesgo de desprendimiento. Después, el centro solicitó un estudio detallado y minucioso al IPCE. "Pero hasta julio de este año, no nos lo enviaron", afirma el portavoz.

Tramitación de la rehabilitación


El resultado del estudio era claro: la fachada necesitaba ser reparada. ¿Cómo?, ¿cuándo?, ¿con qué dinero? Con esas incógnitas se toparon los responsables de la institución, que se reunieron con el IPCE para estudiar la mejor vía de actuación y les solicitaron presupuestos y estudios de viabilidad económica. Por lo pronto, la Biblioteca prefirió curarse en salud y por fin, en septiembre (casi un año después del primer aviso), valló el perímetro del inmueble para evitar accidentes.

"La idea que se baraja en este momento es abordar una primera fase de rehabilitación que comprenda la escalinata, la fachada principal y el frontón (obra de Agustín Querol)", explica el responsable de comunicación. "Según nuestras estimaciones presupuestarias, estas rehabilitaciones podrían rondar los 800.000 euros. La rehabilitación integral de toda la fachada podría estar en torno a los dos millones".

Por el momento el Ministerio de Cultura asegura que está estudiando las vías de financiación y la manera de proceder en el inmueble. "Pero de cualquier forma, se ha garantizado la seguridad de los usuarios, trabajadores y visitantes con los accesos que se han habilitado", tranquiliza el portavoz de la Biblioteca.

Mientras tanto Andréi, un turista moscovita, tira fotos a las esculturas de los cinco maestros que han quedado encerradas tras la valla de la escalinata principal del edificio. "Nebrija, Luis Vives, San Isidro, Lope de Vega, Alfonso X el Sabio y Miguel de Cervantes". Lee en alto el ruso. "El sitio es muy bonito", considera, "no debería perder su pureza y su antigüedad". "Pero se ve que necesita una reparación", opina. Mónica y Sara, de 19 años, que empezaron la universidad hace un mes y desde entonces se han vuelto asiduas al centro, tampoco quieren que la Biblioteca Nacional pierda "su tono de antiguo". "Pero eso sí", se explica una de las estudiantes, "que en las paredes esté todo bien pegadito a su sitio".

Fuente: elpais.com

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