Queda desierto por segunda vez el concurso de las cafeterías de Madrid Río

María Martín para elmundo.es

Lo único positivo que puede sacarse de un nuevo concurso desierto es que a uno ya no le vuelve a pillar por sorpresa. El consuelo le viene como anillo al dedo al Área de Urbanismo que, tras flexibilizar las condiciones para adjudicar la explotación y la construcción de cuatro cafeterías en las orillas del Manzanares, ha visto por segunda vez que sus quioscos no interesan, según confirman dos fuentes municipales.

Los establecimientos tienen un cuidado diseño y grandes expectativas de calidad y afluencia de público, pero el empresario que se aventure a entrar en el negocio debe, además de pagar un canon anual de unos 15.000 euros, invertir hasta 600.000 euros para construir solo un lote de un par de chiringuitos.

La construcción de los quioscos, además, no es a gusto del propietario, sino que viene determinada al milímetro en los pliegos de condiciones donde se detallan hasta las dimensiones y modelo de los picaportes, tornillos y rodapiés. Varios miembros del Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón ya habían criticado las condiciones del concurso. Para unos el precio era excesivo y nadie aseguraba al empresario que pudiese recuperar la inversión; para otros la localización podría ser mucho mejor y las cafeterías podían haberse adjudicado de una en una en lugar de en lotes de dos que conllevan una mayor inversión.

Las mismas condiciones

A pesar de las dificultades que han traído los quioscos desde que se idearon para su instalación en la zona norte y sur del río (cuando se convocó el primer concurso ya llegaba con varios meses de retraso) la Concejalía de Urbanismo, que dirige Pilar Martínez, ha continuado con el proyecto casi en las mismas condiciones.

Cuando el concurso quedó desierto por primera vez a finales del año pasado el Ayuntamiento, que lo achacó a "la dificultad para acceder al crédito", decidió aflojar un poco sus exigencias.


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Amparándose en la ordenanza de terrazas y veladores que se modificó ad hoc para ampliar el plazo de concesión de los quioscos hasta 75 años, se ofreció a los empresarios una adjudicación de 25 años prorrogables en lugar de 10. No se rebajó el canon anual ni los costes de construcción, pero sí se redujo de cinco a dos años la experiencia que debían acreditar los hosteleros y se suprimió uno de los restaurantes que estaba incluido en el lote. Poco más. El resultado, tres meses después, es un nuevo concurso desierto y cuatro adjudicaciones por resolver.