Me he centrado en otros protagonistas, y el hecho es que en esta entrada tampoco lo haré porque llegan meses en que habrá tiempo de volver a la mujer más amada y odiada de las mujeres metidas a político de nuestro país. Porque fue la primera mujer española en presidir el Senado, porque es la primera y hasta ahora única mujer que es presidenta de una región en España -ahí no caben cuotas- y sobre todo eso, que pesa en las mentes machistas de muchos, porque es la político en ejercicio más liberal, o menos socialista, como se quiera ver, de los que comandan el barco español.
Foto de La Estrella digital
Sobre todo esta última razón es la que lleva a tantos a detestarla, y más que lo harán cuando mes tras mes hablemos unos y otros de la cascada de medidas económicas y de desarrollo para Madrid que llegan.
Por eso mismo me despido de vosotros mandando otro abrazo -sé que no tenéis suficientes- a Zipi y Zape, inconfundibles uniformados estos días a base de listas en sus camisas; a esos dos reyes catódicos que tanto me quieren y su fiel tropa, coño Pow!, a James Caan y la generala, a esas gatas tan provocadoras, al abuelete que es Hepple, a ese pacense fiel oyente de las chorradas del menda. También a uno de mis mayores críticos fotográficos, extasiado él según me contaba de tanta Pasarela Cibeles. Qué suplicio. Vamos, incluso le envío uno a Bud Spencer aunque no me lo devuelva, jaja.
Ah, y por supuesto otro abrazo -o lo que se dejen- a todas esas militantes del PP madrileño que con su presencia nos alegraron la vista y los sentidos cuando salíamos a fumar al exterior o en el interior aullábamos. Mujeres cuya belleza se acentúa cuando sabes el tesoro de valor y abnegada entrega a los ciudadanos que guardan en el interior.
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