lunes, 23 de enero de 2017

La reforma integral de Torre Europa en Azca

Ignacio S. Calleja para ABC.es

Toronto, Amsterdam y, ahora, Madrid. La transformación de Torre Europa situará a la capital como la tercera ciudad del mundo con un rascacielos «inteligente». El Grupo Infinorsa, propietario mayoritario del inmueble, ha invertido en torno a 20 millones de euros para renovar íntegramente la apariencia del emblemático edificio de Azca y dotarlo de un innovador sistema de iluminación que permite gestionar y optimizar los espacios según las necesidades del momento y las preferencias de cada persona.



La instalación de esta tecnología, inédita en España, es un elemento más dentro del proceso de rehabilitación en el que está inmerso el edificio tras la marcha de su último gran inquilino, la consultora KPMG. La transformación, según fuentes de Infinorsa, estará lista para el próximo verano, pero siempre supeditado a la marcha del resto de alquilados. En cualquier caso, las actuaciones ya están en marcha y se concentran en tres pilares fundamentales: la nueva red de iluminación, que multiplica exponencialmente la eficiencia; la remodelación del exterior y el entorno de la torre; y, relacionado con las anteriores, la modificación del interior. El director de operaciones del grupo, Fernando Ferrero, declaró a ABC que el objetivo de la compañía es «actualizar el rascacielos pero manteniendo su espíritu y su peso en el imaginario de la ciudad de Madrid».


Si bien la actuación es integral, lo que convertirá a Torre Europa en un referente mundial es el sistema de iluminación de oficina Phillips Power over Ethernet (PoE), desarrollado por esta empresa electrónica. Su método posibilita la creación de un entorno de trabajo personalizado, adecuado a las preferencias de quienes lo ocupan.

Un empleado cualquiera puede gestionar la temperatura, iluminación y características de su puesto. La configuración, no obstante, no se reduce a su asiento habitual, sino que queda asociada a ese trabajador. El reconocimiento es posible gracias a una app en el smartphone del individuo, aunque el sistema es más complejo.



La tecnología utiliza el cable Ethernet para conectar por red todos los paneles de iluminación del edificio con una central informática. El sistema recoge, almacena, comparte y envía datos anónimos a través de las 5.400 luminarias del rascacielos mediante sensores invisibles. El número de asistentes en una sala o su temperatura permiten a esta suerte de «cerebro» ajustar los niveles de calefacción o aire acondicionado y optimizar el uso de cada espacio. Así, la central recibe en tiempo real la configuración de un teléfono móvil para adaptarse. Igualmente, permite programar la limpieza o el mantenimiento.

Reforma integral


La iluminación está conectada a los sensores y asegura, por ejemplo, que las luces de una sala de reuniones se apaguen cuando las personas abandonan una habitación. Según Phillips, gracias a este sistema se puede ahorrar en energía hasta un 70 por ciento, equivalente a una reducción anual de 15 toneladas de CO2 en cada una de las plantas. Este sistema solo funciona hasta la fecha en el RBC Waterpark Place III de Toronto (Canadá) y en The Edge, en Amsterdam (Países Bajos).

Pero la transformación de Torre Europa no se limita a su «inteligencia» e interactuación con sus inquilinos. También aborda una reconversión total del interior y el exterior. La zona de oficinas ha sido la primera en acabar, con un cambio sustancial en el estilo, hacia un corte más vanguardista. Los nuevos espacios diáfanos y la existencia de amplios ventanales dotan al interior de una mayor luminosidad, también enfocada al ahorro energético. Los ascensores, también incluidos en la red lumínica, ya están operativos y se redirigen según la ocupación en las plantas y la demanda de los usuarios.

No obstante, el cambio más apreciable para los madrileños será la nueva apariencia que tendrá el rascacielos, asociado al corazón financiero de la capital y a los alrededores del paseo de la Castellana. La torre mantendrá su estructura actual, pero sufrirá varias modificaciones.



La más importante afecta a su conexión con la calle. Se eliminará la brecha que separa el edificio de la acera y, ya integrado en el entorno, se conseguirá un acceso más cómodo y amplio. En la actualidad para entrar en el edificio hay que bajar unas escaleras, hasta llegar a una especie de foso, lo que oculta su recibimiento.

Nuevo símbolo


La entrada principal será uno de los elementos visuales más destacados, acaso nuevo símbolo del edificio. Será un atrio de vidrio transparente, unido al tronco del edificio con elementos de titanio que actúan como una especie de visera perimetral. Su diseño está inspirado en el denominado como cubo de la tienda de Apple en la Quinta Avenida de Nueva York. La superficie y el primer sótano, además, estarán unidos con un jardín vertical.

El segundo elemento más característico de la torre que será modificado es la estructura de líneas paralelas que lo atraviesan a lo largo de sus 121 metros de altura. Las enormes vigas de hormigón no desaparecerán, pero será recubiertas de acero. En total, 12 kilómetros de este metal dotarán al rascacielos de una nueva piel, más aparente, luminosa y moderna que dará lustre al paseo de la Castellana.


Un reloj ovalado en su fachada, con «guiños» al World Trade Center


En un principio, se llamaba torre Empsa. Los trabajos de construcción comenzaron en 1974 y no concluyeron hasta 1985. Torre Europa es la obra más importante del arquitecto Miguel de Oriol e Ybarra. Cuentan los expertos que la fachada es muy parecida a los edificios del World Trade Center, pero la planta del edificio es distinta. Una de las características que más llaman la atención a los que pasean bajo sus dominios es el gran reloj ovalado en el medio de la fachada, con luz muy visible por la noche. Las crónicas periodísticas recuerdan que el 5 de octubre de 1990, sufrió un incendio en su planta 29, afortunadamente sin graves consecuencias. Más de diez años después, en 2002, la banda terrorista ETA atentó contra el edificio con 20 kilos de un potente explosivo, aunque tan sólo logró destruir algunas ventanas. Fue el mismo día en que se iba a jugar un Real Madrid-Barcelona pocas horas después. En la actualidad, es el séptimo edificio más alto de Madrid, con 121 metros y 32 plantas. Durante años, la consultora KPMG fue su principal inquilino, pero esta se mudó a la Torre de Cristal hace un par de años.

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