
Como os comentábamos en el artículo anterior,
ayer fue inaugurado el monumento de Santiago Calatrava en la Plaza de Castilla, la primera muestra de este arquitecto en Madrid, una singular referencia al paisaje urbano de la capital
donada por Caja Madrid.
Aunque ha sido la entidad bancaria la que ha donado la obra a la ciudad,
del mantenimiento se encargará el Ayuntamiento de Madrid.
Esto último me ha hecho pensar en que con el tiempo la
Columna puede convertirse en una carga para la Ciudad de Madrid, y el regalo que tanto apreciamos hoy puede llegar a convertirse en
un regalo envenenado.
Puede gustarnos más o menos el monumento en sí, pero no hay duda de que
se convertirá en un hito para nuestra Ciudad. Serán miles de turistas (y de madrileños) los que vayan a la Plaza de Castilla para ver la columna en movimiento y poder hacerse la foto o el vídeo de recuerdo. No tengo ninguna duda de que será uno de los elementos más fotografiados y visitados de Madrid… pero
¿a qué precio?Si mañana me regalasen un
Ferrari Testarossa, un maravilloso deportivo de 390 caballos, capaz de ponerse de 0 a 100 en poco más de 5 segundos, y con una velocidad punta de 300 km/h ¿debería estar contento?
A mí no me gustan los deportivos, y no creo que me fuese muy útil para moverme por Madrid, pero el regalo del
Ferrari sin duda sería impresionante, y debería estar muy agradecido al que me lo ha hecho... pero si yo me tuviese que hacer cargo del mantenimiento, de pagar el seguro y de llenar el depósito de gasolina, la cosa cambiaría bastante. El deportivo se convertiría en un
regalo envenenado, y en poco tiempo estaría arrepintiéndome de haberlo aceptado.
¿Cuánto nos costará a los madrileños el mantenimiento del monumento?
No sé si habrán hecho cuentas en el ayuntamiento, pero no creo que sea nada barato. El movimiento y la iluminación de la Columna deben tener un coste bastante elevado, pero todavía me preocupa más
qué ocurrirá en unos meses o años, cuando la "máquina" empiece a envejecer. Los 126 cilindros hidráulicos que permiten mover las lamas tienen una vida útil no muy larga (mejor no entrar en datos, porque más de uno se asustaría), y cuando empiecen a fallar habrá que pensar en sustituirlos, algo que no creo que sea precisamente barato.
Hasta que pase algún tiempo no sabremos si habrá merecido la pena haber recibido este regalo. De momento solo podemos plantearnos la duda... más que razonable