2.- No existe el derecho preferente a aparcar de nadie, ni, mucho menos, alguna casta que deba ser favorecida frente a otra, cuando las calles las hemos pagado entre todos.
Si las calles fueran privadas - y esas también existen- sería lógico que sólo pudiera aparcar en ellas quien las ha pagado. Pero, como ya he dicho antes, este NO es el caso. Y si se quiere hacer así la solución es fácil: que se privaticen las calles (hala, hala, hala, dirán los intervencionistas). Pues oiga, sí. Porque resulta que si la calle es suya usted puede aparcar, poner parquímetros o no poner nada. Eso sí, también se ocupa de su mantenimiento. O no. Usted verá. Es su problema. Pero no pretenda que su "problema" lo paguemos entre todos y encima venga reclamando derechos que usted no tiene porque ha contribuído exactamente lo mismo que los demás -un madrileño de San Blas ha pagado exactamente lo mismo que un madrileño de Fuencarral por la calle Sangenjo, por ejemplo-.
Porque resulta que ahora los que pagan son los "contribuyentes", que no son precisamente "clientes", sino personas obligadas coactivamente a financiar cualquier cosa que se le ocurra al político de turno. En este caso, y como casi siempre, para otorgar privilegios. Y en el caso de Gallardón la promesa de privilegios para esta o aquella casta no tiene fin.
3.- Aparcar en la calle bajo un sistema de aparcamiento REGULADO (sólo el nombre debería echar para atrás) es como aparcar en un párking privado, cuando el aparcar en estos últimos se considera un contrato de depósito y, por tanto, el empresario prvado debe de responder en caso de robo o vandalismo. El Ayuntamiento no responde ante nada ni nadie. Es irresponsable.
¿Quieren cobrar por aparcar en la calle -que Gallardón no ha pagado, sino que ha sido sufragada por los contribuyentes-? Pues que asuman la responsabilidad del contrato de depósito. ¡Ah, no... que eso ya no saldría gratis y no daría beneficios... ¡Toma hipocresía!
Claro que la solución podría pasar por imponer la obligación del contrato de depósito a las empresas que disfrutan las concesiones administrativas. Pero... ¿se imaginan el precio por aparcar? Pues nada, hala, a pagarlo. ¿A qué no?
4.- Voracidad recaudatoria. El PP suele presentarse a las elecciones, al menos que yo tenga constancia, con argumentos como "bajar los impuestos". Este tipo de medidas recaudatorias van directamente contra los principios que defiende el Partido Popular. Suponen una estafa para sus votantes (otro tema es que se quieran dejar estafar o no).
5.- Concesión administrativa. Como todo el mundo sabe los parquímetros los gestiona una empresa privada previa concesión administrativa. [Y en el caso de Madrid aún nos estamos preguntando por qué se adjudicó a Hixienes, la empresa del amiguete de juventud del concejal de turno]. Pero ¿qué sucede con las concesiones administrativas? ¿Acaso puede el vecino si la cosa está mal gestionada cambiar de empresa? No. Se fastidia.
6.- La persecución contra el conductor. La demagogia marxista de siempre. Y la hipocresía habitual.
Oigan, ¿por qué no llevan en su programa electoral prohibir la circulación rodada? ¡Ah! Claro, eso tampoco. Que conllevaría un coste electoral infinito. Es mejor engañar al ciudadano y envolver la marxistada detrás de palabras altisonantes y la dictadura de lo políticamente correcto... ¡hipócritas!
La lástima es que en este país, si quieres que como ciudadano te oigan, tienes que recurrir al vandalismo. Es lo único a lo que atienden los politicuchos. Y no estoy defendiendo, por supuesto, las lamentables actuaciones de los salvajes de parquímetros. No. Pero sí estoy denunciando que el Ayuntamiento de Madrid no ha dado marcha atrás hasta que no han montado el pollo. Porque al Ayuntamiento las razones le importan tres higas. Porque los ciudadanos, como bien explica, en mi opinión, José García Palacios en el enlace, estamos sometidos a una partitocracia. Y eso no es democracia.
Pero bueno, ya sabemos todos que Gallardón afirma, día sí, día no, que quiere "transformar" Madrid. Sin consultar a nadie. Como a él le mola.