Bruno García Gallo para elpais.com
El Banco Santander ya tiene luz verde de la Comunidad de Madrid (PP) para iniciar el proyecto de remodelación del edificio España, el rascacielos rojiblanco de 117 metros de altura que preside la plaza de España. Su plan, diseñado por los arquitectos Norman Foster y Carlos Lamela, pasa por levantar un enorme centro comercial, un hotel y cerca de 300 viviendas de lujo. La protección del inmueble se rebajará para que el banco pueda demoler todo su interior, aunque deberá conservar la fachada y los laterales.
La entidad tiene previsto a corto plazo vender el edificio por cerca de 260 millones de euros; cuenta con un comprador, el empresario chino Wang Jianlin, que ya ha presentado su oferta y al que se ha dado prioridad frente a propuestas de inversores mexicanos y brasileños, a la espera de cerrar e, incluso, mejorar la operación.
Entretanto, el banco se encuentra en conversaciones con el Ayuntamiento de Madrid (PP) para allanar el camino a la modificación del Plan General de Ordenación Urbana que deberá cursar para que se autoricen las obras.
El Santander ha presentado al área municipal de Urbanismo el proyecto y negocia ahora los detalles previos a la presentación de la modificación urbanística al Ayuntamiento.
Su intención es recuperar los usos originales del inmueble, construido en 1953 por los arquitectos Joaquín y Julián Otamendi. La superficie total edificable es de 67.400 metros cuadrados y 25 plantas sobre rasante, y de 9.700 metros y tres plantas bajo el nivel de la plaza. Esos 77.100 metros totales no variarán. Según ha podido saber EL PAÍS, el proyecto presentado por el banco prevé duplicar el espacio comercial actual del inmueble, pasando de 10.000 a 15.000 metros cuadrados sobre rasante más parte del área subterránea. Es el único uso que se pretende ampliar, creando así una enorme área comercial.
El Santander quiere hacer además un hotel de 21.000 a 22.000 metros cuadrados; el resto de superficie edificable sobre rasante (30.400-31.400 metros) se destinará a unas 300 viviendas de lujo. En todo caso, el proyecto sigue abierto a cambios para ajustarse a las directrices urbanísticas y a los deseos del comprador final.
El banco ha obtenido ya el visto bueno provisional de la Comunidad, que ostenta la presidencia y tiene mayoría en la Comisión Local de Patrimonio Histórico (integrada además por miembros del Ayuntamiento y por un representante, con voz pero sin voto, del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid). El Santander elevó una consulta a la comisión para tantear la posibilidad de rebajar el grado de protección del edificio por su valor histórico-artístico, desde el nivel 2 estructural hasta el nivel 3 parcial. El grado protección actual, el segundo en importancia, se reserva a edificios con valores suficientes para merecer su conservación. Se rebajará a un nivel que blinda sólo “aquellos elementos del edificio que lo caracterizan y sirven de referencia para comprender su época, estilo y función”, según definición del Colegio Oficial de Aparejadores.
La reforma requiere el visto bueno de la Comunidad porque el edificio constituye un elemento clave en el conjunto histórico de la villa, protegido como Bien de Interés Cultural en 1993 por el Gobierno regional. La comisión considera que su deficiente estado de conservación permite rebajar la protección. Sin embargo, el proyecto, una vez presentado definitivamente, deberá pasar aún dos veces más por la comisión, y tendrá que obtener además la resolución favorable de la dirección general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
El visto bueno provisional obtenido ya obliga en cualquier caso al Ayuntamiento a iniciar el procedimiento. Ambas Administraciones ven viable un proyecto que consideran clave para el impulso económico de la capital. Sin embargo, los miembros de la comisión deberán examinar el edificio planta a planta, detalle a detalle, para determinar qué se puede demoler y qué hay que conservar.
En principio, lo único sagrado son la fachada y los laterales del inmueble; no así la parte trasera, considerada por algunos expertos como una mala copia de la arquitectura norteamericana de la primera mitad del siglo XX. El valor del edificio en sí es muy discutido; el Colegio Oficial de Arquitectos ha convocado una junta precisamente para fijar su opinión respecto de esta operación y a la reforma integral de la plaza de España.
El Santander compró el rascacielos (uno de los primeros construidos en España) en 2005 a la inmobiliaria Metrovacesa (en cuyo germen participó la familia Otamendi) por 389 millones de euros. En 2007 inició un plan de rehabilitación que no cuajó. En la actualidad, el banco se ha dado un plazo sin estudiar nuevas ofertas para cerrar el trato con Wang Jianlin, un magnate con una fortuna de 16.630 millones de euros que preside Dalian Wanga, compañía especializada en hoteles y centros comerciales de lujo.
La entidad tiene previsto a corto plazo vender el edificio por cerca de 260 millones de euros; cuenta con un comprador, el empresario chino Wang Jianlin, que ya ha presentado su oferta y al que se ha dado prioridad frente a propuestas de inversores mexicanos y brasileños, a la espera de cerrar e, incluso, mejorar la operación.
Entretanto, el banco se encuentra en conversaciones con el Ayuntamiento de Madrid (PP) para allanar el camino a la modificación del Plan General de Ordenación Urbana que deberá cursar para que se autoricen las obras.
El Santander ha presentado al área municipal de Urbanismo el proyecto y negocia ahora los detalles previos a la presentación de la modificación urbanística al Ayuntamiento.
Su intención es recuperar los usos originales del inmueble, construido en 1953 por los arquitectos Joaquín y Julián Otamendi. La superficie total edificable es de 67.400 metros cuadrados y 25 plantas sobre rasante, y de 9.700 metros y tres plantas bajo el nivel de la plaza. Esos 77.100 metros totales no variarán. Según ha podido saber EL PAÍS, el proyecto presentado por el banco prevé duplicar el espacio comercial actual del inmueble, pasando de 10.000 a 15.000 metros cuadrados sobre rasante más parte del área subterránea. Es el único uso que se pretende ampliar, creando así una enorme área comercial.
El Santander quiere hacer además un hotel de 21.000 a 22.000 metros cuadrados; el resto de superficie edificable sobre rasante (30.400-31.400 metros) se destinará a unas 300 viviendas de lujo. En todo caso, el proyecto sigue abierto a cambios para ajustarse a las directrices urbanísticas y a los deseos del comprador final.
El banco ha obtenido ya el visto bueno provisional de la Comunidad, que ostenta la presidencia y tiene mayoría en la Comisión Local de Patrimonio Histórico (integrada además por miembros del Ayuntamiento y por un representante, con voz pero sin voto, del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid). El Santander elevó una consulta a la comisión para tantear la posibilidad de rebajar el grado de protección del edificio por su valor histórico-artístico, desde el nivel 2 estructural hasta el nivel 3 parcial. El grado protección actual, el segundo en importancia, se reserva a edificios con valores suficientes para merecer su conservación. Se rebajará a un nivel que blinda sólo “aquellos elementos del edificio que lo caracterizan y sirven de referencia para comprender su época, estilo y función”, según definición del Colegio Oficial de Aparejadores.
La reforma requiere el visto bueno de la Comunidad porque el edificio constituye un elemento clave en el conjunto histórico de la villa, protegido como Bien de Interés Cultural en 1993 por el Gobierno regional. La comisión considera que su deficiente estado de conservación permite rebajar la protección. Sin embargo, el proyecto, una vez presentado definitivamente, deberá pasar aún dos veces más por la comisión, y tendrá que obtener además la resolución favorable de la dirección general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
El visto bueno provisional obtenido ya obliga en cualquier caso al Ayuntamiento a iniciar el procedimiento. Ambas Administraciones ven viable un proyecto que consideran clave para el impulso económico de la capital. Sin embargo, los miembros de la comisión deberán examinar el edificio planta a planta, detalle a detalle, para determinar qué se puede demoler y qué hay que conservar.
En principio, lo único sagrado son la fachada y los laterales del inmueble; no así la parte trasera, considerada por algunos expertos como una mala copia de la arquitectura norteamericana de la primera mitad del siglo XX. El valor del edificio en sí es muy discutido; el Colegio Oficial de Arquitectos ha convocado una junta precisamente para fijar su opinión respecto de esta operación y a la reforma integral de la plaza de España.
El Santander compró el rascacielos (uno de los primeros construidos en España) en 2005 a la inmobiliaria Metrovacesa (en cuyo germen participó la familia Otamendi) por 389 millones de euros. En 2007 inició un plan de rehabilitación que no cuajó. En la actualidad, el banco se ha dado un plazo sin estudiar nuevas ofertas para cerrar el trato con Wang Jianlin, un magnate con una fortuna de 16.630 millones de euros que preside Dalian Wanga, compañía especializada en hoteles y centros comerciales de lujo.
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