El Ayuntamiento de Madrid retomará las obras de rehabilitación del Palacio de El Capricho tras resolver el contrato adjudicado el 21 de diciembre de 2017 a la UTE Proyecón Galicia, S.A.,- Emergis Construcción, S.L, con un plazo de ejecución de 12 meses, que concluía hace más de un año, el 5 de febrero de 2019.
El Área de Cultura, Turismo y Deporte ha analizado el proceso de dichas obras y se ha visto avocada a la inevitable resolución del contrato de 2017, ya que durante su ejecución se apreciaron graves problemas en las cerchas de la madera laminada de la cubierta, problema insalvable sin una modificación del contrato, que no se podía realizar.
Una vez resuelto el contrato, se procederá a licitar nuevamente la obra, teniendo previamente redactado el Plan Museográfico y el nuevo proyecto por la misma dirección facultativa ya que fue seleccionada por un concurso de ideas. En este sentido, se planificará esta obra valorando toda la casuística para que el proyecto pueda realizarse con todas las garantías para salvaguardar el patrimonio de la ciudad.
El plazo que baraja el Área para la finalización de las obras es con anterioridad a la primera mitad de 2023, para que todos los madrileños puedan disfrutar de esta joya arquitectónica ubicada en un entorno singular como el Parque de El Capricho.
El Capricho se encuentra en el actual barrio de la Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas. Declarado Jardín Histórico en 1934, es propiedad municipal desde 1974. Es el máximo exponente de jardín romántico en Madrid y fue creado por la duquesa de Osuna.
María Josefa de Pimentel (1752-1834), condesa-duquesa de Benavente, casada con Pedro Alcántara Téllez-Girón, IX duque de Osuna, creó a las afueras de Madrid, en el camino de Aragón, un ambicioso proyecto donde se aunarían el paisajismo y las bellas artes. Un lugar de esparcimiento y punto de encuentro de intelectuales ilustrados de las tertulias a las que la duquesa era tan aficionada. Un lugar que emulaba en cierta medida al llamado Petit Trianon construido por la reina María Antonieta, junto al palacio de Versalles. Incluso la duquesa hizo llamar para este proyecto al arquitecto y paisajista Jean Baptiste Mulot, que había trabajado en Versalles. El nombre de aquel sueño fue una declaración de intenciones: ‘El Capricho’.
El Capricho consta de un pequeño palacete dieciochesco y un amplio parque donde se desarrollaron diferentes tipologías jardinísticas como el jardín francés, el italiano y el inglés. El palacio fue construido sobre una casa de campo comprada a los condes de Priego (1783) y en él pasaban cortas temporadas estivales.
Las primeras reformas de la casa para convertirla en un palacio fueron realizadas por los arquitectos Machuca y Medina, que crearon un espacio casi cuadrado con cuatro torres aterrazadas. En una de las torres se encontraba el Gabinete Redondo, una de las joyas del palacio. Hoy en día, en sus techos y muros aún se conservan pinturas realizadas por Tadeo Tadey en 1797. En la planta noble del palacio destacaba el Gabinete de Países, decorado con pinturas de Goya, amigo personal de la duquesa y quien pasó temporadas en el palacio.
La construcción concluyó en 1798, la única fachada modificada años después fue la que da al jardín. En ella se construyó un peristilo con ocho columnas y una escalera con dos ramales. En el palacio también destacan la escalera de acceso al comedor de gala y el propio comedor, donde se recrea el mosaico de la batalla de Issos.
En el exterior, los diferentes tipos de jardines se funden de tal manera que el conjunto consta de una gran armonía paisajística formada por el parterre o jardín francés, el jardín italiano, el laberinto de laurel y el jardín paisajista inglés, donde se desarrollan los llamados ‘caprichos’: construcciones recreativas destinadas a sorprender a los visitantes. Entre ellas destacan el abejero, el fortín, la casa de la vieja, la ermita o el casino de baile. Todas ellas, dentro del espíritu ilustrado donde, aparte de la vertiente lúdica, existía una vertiente educativa.
Desde comienzos del siglo XIX, el palacio y sus jardines sufrieron diversos avatares. Durante la ocupación francesa, la posesión fue incautada y el edificio sufrió graves daños. Antonio López Aguado, en aquellos momentos arquitecto mayor de Madrid, fue el encargado de su restauración. Al morir la duquesa, sus títulos y propiedades fueron heredados por su nieto, Pedro Alcántara Téllez-Girón. Se inicia así una nueva fase constructiva con la remodelación de la fachada del palacio según proyecto de Martín López Aguado y la construcción de la exedra de la plaza de los emperadores, el fuerte con su foso, el embarcadero chino y el puente de hierro.
A la muerte de Pedro Alcántara, en 1844, la propiedad pasó a su hermano Mariano, quien muere en 1882 sin herederos directos y dejando la finca endeudada, por lo que sus bienes tuvieron que salir a subasta, siendo adquirida en 1920 por la familia Bauer.
Durante la Guerra Civil, en 1937, se instaló en su interior el Cuartel General de la Defensa de Madrid, centro de mando del ejército republicano, a las órdenes del General Miaja. Durante este período se construyó el famoso búnker de El Capricho.
Arruinados los Bauer, en 1946 fue vendido a una inmobiliaria para convertirlo en hotel, aunque el proyecto no llegó a hacerse realidad. En 1974, el conjunto fue adquirido por el Ayuntamiento, comenzando una restauración que culminó con la reapertura del parque, en el año 2000. Actualmente, el palacio se encuentra en fase de transformación en museo dedicado a la figura de la duquesa de Osuna y a la Ilustración.
El Capricho fue declarado jardín histórico en 1934 mediante la Orden de 20 de octubre de 1934, del director general de Bellas Artes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, declarando jardín artístico la finca denominada ‘Alameda de Osuna’. (Gaceta de Madrid de 31/10/1934). Posteriormente, se declaró conjunto histórico (24/10/1979) y en la actualidad, dentro del marco de la Ley Estatal de Patrimonio Histórico 16/85 y la Ley Autonómica 3/2013, goza de la máxima protección al estar declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de conjunto histórico. Tras su restauración recibió el premio Europa Nostra.
El Área de Cultura, Turismo y Deporte ha analizado el proceso de dichas obras y se ha visto avocada a la inevitable resolución del contrato de 2017, ya que durante su ejecución se apreciaron graves problemas en las cerchas de la madera laminada de la cubierta, problema insalvable sin una modificación del contrato, que no se podía realizar.
Una vez resuelto el contrato, se procederá a licitar nuevamente la obra, teniendo previamente redactado el Plan Museográfico y el nuevo proyecto por la misma dirección facultativa ya que fue seleccionada por un concurso de ideas. En este sentido, se planificará esta obra valorando toda la casuística para que el proyecto pueda realizarse con todas las garantías para salvaguardar el patrimonio de la ciudad.
El plazo que baraja el Área para la finalización de las obras es con anterioridad a la primera mitad de 2023, para que todos los madrileños puedan disfrutar de esta joya arquitectónica ubicada en un entorno singular como el Parque de El Capricho.
Máximo exponente de jardín romántico en Madrid
El Capricho se encuentra en el actual barrio de la Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas. Declarado Jardín Histórico en 1934, es propiedad municipal desde 1974. Es el máximo exponente de jardín romántico en Madrid y fue creado por la duquesa de Osuna.
María Josefa de Pimentel (1752-1834), condesa-duquesa de Benavente, casada con Pedro Alcántara Téllez-Girón, IX duque de Osuna, creó a las afueras de Madrid, en el camino de Aragón, un ambicioso proyecto donde se aunarían el paisajismo y las bellas artes. Un lugar de esparcimiento y punto de encuentro de intelectuales ilustrados de las tertulias a las que la duquesa era tan aficionada. Un lugar que emulaba en cierta medida al llamado Petit Trianon construido por la reina María Antonieta, junto al palacio de Versalles. Incluso la duquesa hizo llamar para este proyecto al arquitecto y paisajista Jean Baptiste Mulot, que había trabajado en Versalles. El nombre de aquel sueño fue una declaración de intenciones: ‘El Capricho’.
Pequeño palacete dieciochesco y un amplio parque con varios jardines
El Capricho consta de un pequeño palacete dieciochesco y un amplio parque donde se desarrollaron diferentes tipologías jardinísticas como el jardín francés, el italiano y el inglés. El palacio fue construido sobre una casa de campo comprada a los condes de Priego (1783) y en él pasaban cortas temporadas estivales.
Las primeras reformas de la casa para convertirla en un palacio fueron realizadas por los arquitectos Machuca y Medina, que crearon un espacio casi cuadrado con cuatro torres aterrazadas. En una de las torres se encontraba el Gabinete Redondo, una de las joyas del palacio. Hoy en día, en sus techos y muros aún se conservan pinturas realizadas por Tadeo Tadey en 1797. En la planta noble del palacio destacaba el Gabinete de Países, decorado con pinturas de Goya, amigo personal de la duquesa y quien pasó temporadas en el palacio.
La construcción concluyó en 1798, la única fachada modificada años después fue la que da al jardín. En ella se construyó un peristilo con ocho columnas y una escalera con dos ramales. En el palacio también destacan la escalera de acceso al comedor de gala y el propio comedor, donde se recrea el mosaico de la batalla de Issos.
En el exterior, los diferentes tipos de jardines se funden de tal manera que el conjunto consta de una gran armonía paisajística formada por el parterre o jardín francés, el jardín italiano, el laberinto de laurel y el jardín paisajista inglés, donde se desarrollan los llamados ‘caprichos’: construcciones recreativas destinadas a sorprender a los visitantes. Entre ellas destacan el abejero, el fortín, la casa de la vieja, la ermita o el casino de baile. Todas ellas, dentro del espíritu ilustrado donde, aparte de la vertiente lúdica, existía una vertiente educativa.
Desde comienzos del siglo XIX, el palacio y sus jardines sufrieron diversos avatares. Durante la ocupación francesa, la posesión fue incautada y el edificio sufrió graves daños. Antonio López Aguado, en aquellos momentos arquitecto mayor de Madrid, fue el encargado de su restauración. Al morir la duquesa, sus títulos y propiedades fueron heredados por su nieto, Pedro Alcántara Téllez-Girón. Se inicia así una nueva fase constructiva con la remodelación de la fachada del palacio según proyecto de Martín López Aguado y la construcción de la exedra de la plaza de los emperadores, el fuerte con su foso, el embarcadero chino y el puente de hierro.
A la muerte de Pedro Alcántara, en 1844, la propiedad pasó a su hermano Mariano, quien muere en 1882 sin herederos directos y dejando la finca endeudada, por lo que sus bienes tuvieron que salir a subasta, siendo adquirida en 1920 por la familia Bauer.
Durante la Guerra Civil, en 1937, se instaló en su interior el Cuartel General de la Defensa de Madrid, centro de mando del ejército republicano, a las órdenes del General Miaja. Durante este período se construyó el famoso búnker de El Capricho.
Adquisición por parte del Ayuntamiento, restauración y reapertura
Arruinados los Bauer, en 1946 fue vendido a una inmobiliaria para convertirlo en hotel, aunque el proyecto no llegó a hacerse realidad. En 1974, el conjunto fue adquirido por el Ayuntamiento, comenzando una restauración que culminó con la reapertura del parque, en el año 2000. Actualmente, el palacio se encuentra en fase de transformación en museo dedicado a la figura de la duquesa de Osuna y a la Ilustración.
El Capricho fue declarado jardín histórico en 1934 mediante la Orden de 20 de octubre de 1934, del director general de Bellas Artes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, declarando jardín artístico la finca denominada ‘Alameda de Osuna’. (Gaceta de Madrid de 31/10/1934). Posteriormente, se declaró conjunto histórico (24/10/1979) y en la actualidad, dentro del marco de la Ley Estatal de Patrimonio Histórico 16/85 y la Ley Autonómica 3/2013, goza de la máxima protección al estar declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de conjunto histórico. Tras su restauración recibió el premio Europa Nostra.
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