Por el Yemitas
Se acercan días de vermú. A mí el que ponen en la taberna la Mina es de los que más me gustan. No sé si es la marca o la forma de tirarlo, pero se queda uno siempre con ganas de más. A quien le guste, lo puede rebajar con agua de seltz.
Están siempre frescas, siempre en su punto de asado y de sal.
Cuando hace buen tiempo sacan unas mesas a la calle. Entonces las gambas saben todavía mejor.
En la Mina se puede tomar uno un respiro de la bohemia que a veces tanto empalaga. No siempre va a tener que coincidir uno en el vermú con los que vienen de vuelta de la última mani republicana, con intelectualillos de todo pelaje o con simples progres de posturita.
A veces también apetece oír como los parroquianos de toda la vida se organizan para ir la tarde del domingo al Calderón; o cómo ponen a parir al fontanero por la última chapuza que les organizó en casa.
A lo mejor algunos parroquianos son hasta más radicales que los de la bohemia, pero no se les nota. Y eso se agradece, y bastante.
Taberna la Mina
Calle Ave María, sobre el número 30, casi en la esquina con San Carlos.
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