Me pasé ayer por el tramo nuevo del GR-124 tomándolo desde el Puente de los Franceses hacia El Pardo y observé atónito que los “pintores de rotu gordo” habían respetado todos los carteles y señales. Ya estaba pensando, inocente de mi, que el mundo había cambiado por fin y que los carteles iban a durar casi un mes impolutos, cuando al llegar al último cartel antes de la pasarela de Sinesio Delgado me encontré con este panorama. Desolador.
La secuencia suele ser así:
Primero llegan los “artistas” de la libertad plástica y la protesta gráfica y embadurnan bien embadurnadas todas aquellas superficies susceptibles de éllo. Después llegan las siguientes hordas que, al verlo todo tan sucio y sin hueco para poder embadurnar éllos, deciden arrancar con sus propias uñas todo lo que haya debajo de las pinturas rupestres y si con las uñas no son capaces, vuelven raudos a sus casas a por herramientas metálicas más cualificadas para tan importante labor social y arrancan de cuajo todo lo que pueda servir de información al paseante ya que para eso son éllos los adalides de la iniciación en la barbarie.
En fin, más de lo de siempre. Qué penita de ¿¿cerebros??
<p><span>Esto ya se venia venir, cuando yo estudiaba por los años 90 había padres que pasaban totalmente de sus hijos y que incluso les incentivaban para que fuesen unos malotes con lo cual estos hijos se volvían unos macarras y destrozaban algunas pocas cosas (aun no se ponían a la búsqueda de caminos apartados para destrozarlos), ahora esos niños malcriados han crecido y han malcriado aun peor a sus hijos con lo cual estos han aumentado su nivel de destrozo y vandalismo llegando ya a ser autenticas mafias del vandalismo dedicadas a la búsqueda de sitios apartados, ayudados por la actual generalización de los medios de comunicación e información de Internet. No quiero ni pensar como será la próxima generación que nazca de estos vándalos. </span></p>
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