miércoles, 24 de diciembre de 2008

Los capirotes de la Dehesa de la Villa

Una de las bendiciones del internet es poder encauzar todo ese espíritu participativo de los que escriben y comentan en blogs. Si el otro día describía los "viajes del agua" y comentaba la sequía de imágenes en la red sobre unos "capirotes" que servían como señalización de los "pozos de aireación" del viaje de agua de Amaniel a su paso por la Dehesa de la Villa, hoy colaboramos para subsanar esa deficencia.

Así hemos conseguido que emanen de este blog unas pocas fotografías de los capirotes de la Dehesa de la Villa gracias al granito de arena, o mejor dicho, arrobas de granito, je, que ha puesto sobre la mesa Martingala. Por su labor se ha ganado el derecho a edificar un arca y pozo de abastecimiento en sus dominios utilizando cualquiera de los Viajes que estime pertinente:







Por desgracia, y vistas el resto de imágenes que nos ha remitido Martingala, muchos de los capirotes que aún avisan al habitante de la Villa de la existencia del viaje de agua de Amaniell bajo la superficie se conservan en buen estado aunque con otras marcas como pinturas ruprestes de artistas y demás fauna del siglo XXI.

El "viaje de agua de Amaniel" fue la estructura construida para abastecer de agua principalmente a los gobernantes de España y su corte en su paso por Madrid, capital del reino desde 1571. Así, desde comienzos del siglo XVII esta via aquae partía del norte de la Villa, a las puertas del antiguo cementerio de Fuencarral y la Huerta del obispo (Colonia Villaamil), transportando en pendiente las aguas de la lluvia, aquíferos y drenadas de esa zona alta hasta llegar a la zona donde se asentaba el antiguo Alcázar, actual Palacio Real.

Extramuros pasaba por el estadio Vallehermoso y las calles Guzmán el Bueno, Fernando El Católico o glorieta de San Bernardo hasta atrevasar mueralla y adentrarse en la Madrid de la época, recorriendo Quiñones, San Dimas, Norte, Noviciado y Amaniel. Por la Plaza de los Mostenses y la actual Gran Vía, atravesaba Leganitos, las calles de la Bola, San Quintín Bailén y por fin desembocaba en el Alcázar.

Dehesa de la Villa es donde cnotnramos los capirotes o como antigualmente era conocida, de Amaniel, en honor, como la calle, a Lope de Amaniel, ballestero de Enrique II de Castilla y dueño de los terrenos. Si hoy es un espacio de recreo adorado por todos, casi recóndito ya en la esquina noroeste de Madrid, ancestralmente fue un enorme encinar que recorría todo el norte de la Villa y que durante el devenir de los siglos fue poco a poco recortado en sucesivos arrendamientos, zonas de pastoreo o labranza y edificaciones de la ciudad hasta llegar al espacio que hoy ocupa.

Imaginaos que el Pardo se alargara practicamente hasta Alberto Aguilera. ¿Quién necesitaría entonces las playas? Je je...

-.-


Ver más (y añadir quien sea enciclopédico) sobre La Dehesa de la Villa en Wikipedia.

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