martes, 29 de diciembre de 2009

Tesoros del palacio del Marqués de Santa Cruz: Álvaro de Bazán

Estarán en breve expuestos al público


Los altivos y misteriosos fanales que alumbraban los bajeles turcos combatientes en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, no se hundieron en las oscuras aguas del mar Jónico. Pervivieron. Y se encuentran en Madrid. Más precisamente, en la calle de San Bernardino, 14, detrás del cuartel del Conde Duque. Iluminan la majestuosa escalera del palacio de los descendientes del almirante español Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz, que los trajo a España como botín de guerra. Con Juan de Austria, él protagonizó la victoria contra una temible flota turca en aquella “más grande ocasión que vieran los siglos”, en palabras de Miguel de Cervantes. El escritor universal, entonces soldado, perdió la mano izquierda en la fiera batalla naval ganada por las armas españolas con ayuda de marinos genoveses.


También conservó Bazán, de su padre, las llaves de la ciudad de Túnez, conquistada por las tropas de Carlos I en 1535. Hasta ahora, los grandes faroles y las codiciadas llaves del bastión norafricano sólo podían ser contemplados por los particulares que visitaban en privado el palacio. Pero, gracias al testamento de su propietaria, Casilda de Silva, descendiente de Bazán, fallecida hace dos años, el palacio y los tesoros artísticos e históricos que guarda serán de acceso libre. El Estado acaba de admitir en el Registro de Fundaciones la que lleva por nombre el de Don Álvaro de Bazán, el vencedor de la batalla de Lepanto cuya estatua preside la plaza de la Villa.


3 palacios en España a exposición


Álvaro Fernández Villaverde, nacido en Londres en 1943, marqués de Santa Cruz, duque de San Carlos, diplomático de carrera y primogénito de la testataria Casilda de Silva, explica: “La última voluntad de nuestra madre [tiene tres hermanos más], fue la de ceder a la sociedad española este palacio, así como los de El Viso del Marqués, en Ciudad Real, y el de la plaza de Trujillo, en Cáceres, para que todo el mundo pueda visitarlos y disfrutar de sus ajuares artísticos”. A cambio de que “permanezca su legado íntegro y unido”, añade, conservará únicamente una pequeña parte del espacio palaciego para habitación de la familia propietaria. Con la creación fundacional, los tres recintos amplían su apertura a la sociedad y su probable conversión en museos o casas-museo, tras la inminente vertebración del correspondiente patronato.


Palacio de Ciudad Real


“El recinto manchego, que es el más importante palacio español en estilo renacentista genovés y hoy Archivo Histórico de la Marina, es visitado anualmente por unas 20.000 personas, de entre ellas muchos investigadores”, explica.

Palacio de Trujillo


“En cuanto al palacio de Trujillo, visitado por unas 5.000 personas cada año, fue cedido en usufructo a las monjas jerónimas de Santa Paula”, añade.

Palacio de Madrid


“Por este palacio, mi madre Casilda de Silva percibía cada año una peseta en papel, efigiada, precisamente con el retrato de don Álvaro de Bazán, el primer marqués de Santa Cruz, como arrendamiento simbólico”, señala el diplomático, que ha sido durante siete años presidente de Patrimonio Nacional.

El palacio madrileño ocupa la mayor parte de una manzana situada entre las calles del Limón y de Juan de Dios. La planta baja está ocupada por un archivo histórico, con su correspondiente biblioteca. De ambos podrán beneficiarse también los investigadores, ya que conserva uno de los fondos nobiliarios más relevantes de cuantos existen en España. También alberga varios tesoros pictóricos, como un bellísimo retrato del segundo duque de San Carlos atribuido a Francisco de Goya y otras dos obras más del pintor aragonés referidas a san Francisco de Borja.


“Durante la Guerra Civil, la Junta de Defensa del Tesoro Artístico de la República conservó, etiquetó y clasificó todos estos bienes con sumo cuidado y pudieron ser recobrados”, explica el marqués de Santa Cruz y duque de San Carlos. Y concluye: “La familia, naturalmente, acepta la última voluntad de nuestra madre, porque así el legado de nuestros antepasados permanece íntegro. En breve podrá ser disfrutado por todos los madrileños.


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Fuente: El País

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