lunes, 27 de marzo de 2006

De Madrid al cielo


Yo no soy
más bonita que ninguna

ni me creo lo que dicen
yo no tengo sex appeal y
yo no soy mujer fatal
Porque solamente soy una buena chica pero nada más
Lararararararaaara, larararararaaara

Más bonita que ninguna dicen todos al mirarme
yo no sé por qué será
ni por qué vendrán detrás

Porque solamente soy una buena chica, una chica más.





Me entero con gran pesar del fallecimiento el pasado sábado de la actriz y cantante Rocío Dúrcal, víctima de una grave enfermedad que no ha podido superar. Se ha ido serenamente y sin hacer ruido una gran artista, pero sobre todo una persona sencilla y una excepcional madre y esposa. Más bonita que ninguna, como decía una famosa canción suya de los años 60, con una perenne sonrisa de ángel (incluso en los momentos más difíciles), unos enormes ojos redondos y una preciosa cara de manzanita saludable.



¿Que porqué digo esto? Porque la conocí. Coincidí con ella y su marido en un aeropuerto de México, y durante la espera de embarque estuvimos charlando un buen rato: ella, muy locuaz, él, más reservado pero muy amable. Su humildad y trato sencillo era proverbial. Rocío no iba "de diva", pero tampoco rehuía a la prensa. Su educación y su trato amable y sencillo siempre fueron dignos de elogio. Simplemente, como estrella que era, sabía vivir con ello, ya que ella, que fue una estrella juvenil en su momento, no sabía lo que era no ser famosa. Jamás dio un escándalo, quizás por eso no era portada habitual del "papel couché". Nunca comerció con su vida ni con su enfermedad y la familia no lo está haciendo ahora con su muerte.

Nacida María de los Ángeles de las Heras, (o Marieta, como la llamaban su familia y amigos), Rocío Dúrcal se hizo famosa en los años 60, aquellos años de vespas y seiscientos, previamente y a la par que aquella Marisol, hoy reconvertida en Pepa Flores y reconocida militante castrista (sí, esa especie en vías de extinción); para mi gusto, entre las dos niñas prodigio, Rocío y Marisol, no hay color. Pero, a pesar de hacerse mujer, ella supo reconducir su estrella para adecuarla a su nueva madurez. En esa etapa, se dedicó más a su faceta de cantante. Grabó un disco con el afamado compositor mexicano Juan Gabriel y a partir de ahí se convirtió en la "reina de las rancheras", triunfando especialmente en el país azteca.

Se podría hablar de Rocío Dúrcal como la gran artista, la estrella, pero fundamentalmente como a una mujer dedicada a su marido (Antonio Morales, "Junior", estrella también de los 60, componente de famosísimo grupo Los Brincos y posteriormente del aún más exitoso dúo Juan y Junior) y a sus tres hijos. Precisamente debido al gran triunfo y éxito de Rocío en México se planteó un dilema familiar: Junior tenía su carrera, Rocío también, los hijos (los dos mayores habían iniciado con éxito un dúo infantil) estaban en el colegio, ¿qué hacer? La solución fue salomónica: Junior decidió abandonar su carrera por el triunfo de su mujer y se quedó en Madrid al cuidado de la casa y de los hijos, mientras ella iba y venía de México. Esta decisión, en aquellos tiempos, no sólo fue muy incomprendida, habiendo incluso quien absurdamente tachó a Junior de "marica" (en aquellos tiempos todavía no se usaba el moderno y talantoso término "gay") sino que resultó extraña, ya que normalmente era la mujer quien abandonaba su carrera para cuidar de la familia. Ellos rompieron muchos tópicos, también el de las parejas del mundo del espéctáculo, puesto que su unión fue sólida y duradera hasta el final, y siempre en sus años de madurez se les veía a ambos pasear de la mano.

El sacrificio de Junior no cayó en saco roto: no solamente triunfó Rocío ("La señora", como la llamaban en México), sino que triunfó la familia. El matrimonio Morales se convirtió en una pareja ejemplar, en una rara avis dentro del mundo del espectáculo. Toda la familia eran una piña; incluso cuando Shaila, la hija pequeña, tuvo la edad suficiente, comenzó a acompañar a su madre en sus viajes, y de hecho ha iniciado su propia carrera artística, también en México.

Rocío, aquejada de un cáncer de matriz que posteriormente hizo metástasis en el pulmón y que le provocaría la muerte ayer a media tarde, supo sobrellevar su enfermedad haciendo gala de una enorme entereza y discreción. Jamás comerció con ella, sino que hablaba de ella con naturalidad, refiriéndose a su cáncer como a "un catarro que hay que luchar por curar". Y luchó hasta el final. Resulta acongojante aunque al mismo tiempo reconfortante oir ahora a Rocío en viejas entrevistas hablando sobre su enfermedad, con el pelo corto debido a la quimioterapia, pero con una naturalidad asombrosa e inaudita.

Resulta muy tópico decir que nos queda de Rocío su recuerdo, sus películas y su hermosa y peculiar voz en miles de discos, pero es así. Nos quedan sus canciones, como esta "gata bajo la lluvia" que es una de mis favoritas de su repertorio.





LA GATA BAJO LA LLUVIA

Amor..
Tranquilo, no te voy a molestar.
Mi suerte estaba echada,

ya lo se.
Y se que hay un torrente
dando vueltas por tu mente.

Amor...
Lo nuestro solo fue casualidad.
La misma hora,
el mismo boulevard.
No temas,
no hay cuidado.
No te culpo del pasado.

Amor...
Ya lo ves.
La vida es así.
Tú te vas,
y yo me quedo aquí.

Lloverá y ya no seré tuya.
Seré la gata bajo la lluvia.
Y maullaré por ti.

Amor...
Lo sé.
No digas nada,
de verdad.
Si ves alguna lágrima,
perdón.
Ya se que no has querido
hacer llorar a un gato herido.


Amor...
Si alguna vez nos vemos por ahí,
invitame a un café y hazme el amor.
Y si ya no vuelvo a verte,
ojalá que tengas suerte.

Amor...
Ya lo ves,
la vida es así.
Tu te vas,
y yo me quedo aquí.

Lloverá y ya no seré tuya.
Seré la gata bajo la lluvia...
Y maullaré por ti.


Y pido para ella al gobierno lo que no le han concedido en vida y se merece con creces no sólo por sus años de esfuerzo y de trabajo, sino por haber paseado por el mundo el nombre de España: la medalla al Mérito en el Trabajo (que, por cierto, por experiencia puedo decir que es una medalla fantasma: a mi abuelo se la "concedió" el gobierno de UCD y sí, hubo una ceremonia muy bonita, con fotografía con la medalla incluida que tenemos en un bonito marco, discursos y tal, pero 20 años después la medalla nunca fue enviada y mi abuelo pasó a mejor vida con muchas buenas palabras, golpecitos en el hombro, placas y honores y un diploma firmado por el ministro que le acredita como poseedor de la condecoración... pero sin medalla). Rocío sí merece una medalla y no otros que se las cuelgan gratuitamente como bonificación (y pido disculpas a quien crea que aprovecho esta triste noticia para arengar contra el gobierno; nunca ha sido mi intención y sí la de dejar al descubierto la tremenda injusticia que se comete con esta gran artista, ejemplo de dedicación a su profesión).

Desde aquí quiero enviar a Rocío, dondequiera que esté, un cariñoso recuerdo y mucha sopa de amor de aquella a la que cantaban sus dos hijos mayores, y un fuerte abrazo al desolado Junior, que ha perdido a la compañera de su alma durante 36 años, y a Carmen, Antoñito y Shaila y sus nietos. Descanse en paz Rocío Dúrcal, una gran señora, y para ella estas rosas de parte de otra gata.







(Artículo publicado en MaggieWorld)

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